El regalo perfecto

Mientras estaba en un viaje misionero para evangelizar en Perú, un joven me pidió dinero. Por razones de seguridad, habían instruido a mi equipo a no dar dinero, así que, ¿cómo podía ayudarlo? Entonces, recordé la respuesta de los apóstoles Pedro y Juan al paralítico en Hechos 3. Le expliqué que no podía darle dinero, pero que sí podía compartirle la buena noticia del amor de Dios. Cuando dijo que era huérfano, le dije que Dios quería ser su Padre. Eso lo hizo llorar. Lo puse en contacto con un miembro de nuestra iglesia para ver cómo ayudarlo. 
A veces, nuestras palabras podrían parecer insuficientes, pero el Espíritu Santo puede darnos poder al hablarles a otros de Jesús.
Cuando Pedro y Juan se encontraron con el hombre en el patio del templo, sabían que la mejor dádiva era hablarle de Cristo. «Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda» (v. 6). Ese día, el hombre recibió salvación y sanidad. Dios sigue utilizándonos para llevar a los perdidos hacia Él. Mientras buscamos los regalos perfectos para dar esta Navidad, recordemos que el verdadero regalo es conocer a Jesús y el don de la salvación eterna que Él ofrece. Sigamos buscando ser utilizados por Dios para guiar a otros al Salvador. Nancy Gavilanes - Pan Diario

Alentado por las promesas de Dios

Fue un largo día en el hospital. Todavía no había respuestas sobre la enfermedad que aquejaba al brillante joven de 19 años de edad. Al llegar a casa, la familia se sentía desanimada. Se sorprendieron al ver una caja hermosamente adornada en el escalón, con Isaías 43:2 impreso adelante. Adentro, había diversos versículos bíblicos alentadores que sus amigos habían escrito a mano. Pasaron la hora siguiente siendo alentados por las Escrituras y el gesto amable de los amigos de la familia.
Las personas que atraviesan momentos difíciles o desafíos familiares pueden beneficiarse siempre de un apoyo de corazón. Las Escrituras —ya sea un pasaje largo o un solo versículo— pueden alentarte a ti, a un amigo o a un familiar. Isaías 43 está lleno de pequeños trozos de aliento. Considera algunos conceptos destacados: Dios te creó, te formó, te redimió y te llamó por tu nombre (v. 1). Él estará contigo (v. 2), es el «Santo de Israel» y es nuestro «Salvador» (v. 3).
Al considerar las promesas de Dios, que estas te alienten. Y mientras Él provee lo que necesitas, puedes alentar a otros. La caja de los versículos no costó mucho, pero su impacto fue invalorable. Aun después de cinco años, la familia sigue apreciando algunos de esos versículos. Brent Hackett - Pan Diario

Tentado y probado

A Esteban le encanta la libertad y flexibilidad que le da su trabajo como chofer de alquiler privado. Entre otras cosas, puede comenzar y dejar en cualquier momento, y no tiene que rendir cuentas a nadie de su tiempo y movimientos. Pero dijo que, irónicamente, esa es la parte más difícil.
«En este trabajo, es tan fácil empezar una relación extramatrimonial —admitió con franqueza—. Recojo a todo tipo de pasajeros, y nadie, incluso mi esposa, sabe dónde estoy». Explicó que no es fácil resistir esa tentación y que muchos de sus compañeros cayeron en eso. «Lo que me detiene es considerar lo que Dios pensaría y cómo se sentiría mi esposa», dijo.
Nuestro Dios conoce nuestras debilidades, deseos y la facilidad con que somos tentados. Pero, como nos recuerda 1 Corintios 10:11-13, podemos pedirle que nos ayude. Pablo afirma: «fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (v. 13). Esa «salida» podría ser un temor saludable a las consecuencias, una conciencia culposa, el recuerdo de un texto bíblico, una distracción oportuna o alguna otra cosa. Al pedirle fuerzas a Dios, el Espíritu desviará nuestra vida de la tentación y nos ayudará a ver la salida que Él nos da. Leslie Koh - Pan Diario

El espíritu navideño

En un almuerzo de Navidad en nuestra iglesia, celebramos las culturas de los invitados internacionales. Allí aplaudí alegremente junto al sonido de la darbuka (una especie de tambor) y el oud (instrumento parecido a una guitarra), mientras la banda interpretaba el tradicional villancico de Oriente Medio, Laylat al-Milad, que significa «Noche de Navidad». La letra recuerda a los oyentes que el espíritu de Navidad se halla en servir a otros, ofreciendo agua a una persona sedienta o consolando a alguien que llora.
Es probable que este villancico esté basado en el elogio de Jesús a sus seguidores por acciones que hicieron por él: proveerle comida cuando tenía hambre, bebida cuando tenía sed, y compañía y cuidado cuando estaba enfermo y solo (Mateo 25:34-36). Las personas de la parábola se sorprendieron porque pensaban que no habían hecho nada de eso por Cristo. Él respondió: «en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (v. 40). Durante esta temporada, el aliento a participar del espíritu navideño suele ser un impulso a expresar una actitud festiva. Laylat al-Milad nos recuerda que podemos poner en práctica este espíritu al ocuparnos de otros. Y sorprendentemente, cuando lo hacemos, no solo servimos a otros sino a Jesús también. Lisa Samra - Pan Diario

Personas que animan

«Puro ánimo». Esto dijo J. R. R. Tolkien para describir el apoyo que su amigo y colega C. L. Lewis le brindó mientras él escribía la épica trilogía El señor de los anillos. El trabajo de Tolkien había sido meticuloso y exigente, y había escrito a máquina más de dos veces los extensos manuscritos. Cuando se los envió a Lewis, este respondió: «Todos los largos años que invertiste en esto valieron la pena».
Quizá quien más se destacó en las Escrituras por dar ánimo fue José, de Chipre; más conocido como Bernabé (que significa «Hijo de consolación»), el nombre que le pusieron los apóstoles (Hechos 4:36). Fue él quien abogó por Pablo ante ellos (9:27). Más tarde, cuando los gentiles empezaron a poner su fe en Jesús, Lucas nos dice que Bernabé «se regocijó y animaba a todos para que con corazón firme permanecieran fieles al Señor» (11:23 lbla). Lo describe como «varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe»; y que gracias a él: «una gran multitud fue agregada al Señor» (v. 24).
El valor de las palabras de ánimo es inconmensurable. Cuando brindamos palabras de fe y amor a otros, Dios puede moverse a través de lo que compartimos, para transformar la vida de alguien para siempre. ¡Que Él nos ayude a dar «puro ánimo» a alguien hoy! James Banks - Pan Diario