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Que la historia sea real o no es tema de debate. Pero ¿esa respuesta? Es la pura verdad. Mucho antes de que apareciera Chesterton, hubo un apóstol llamado Pablo. Lejos de ser un ciudadano modelo toda su vida, confesó sus defectos del pasado: «habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador» (1 Timoteo 1:13). Después de mencionar que Jesús había venido a salvar a los «pecadores», completa la idea con un reconocimiento al estilo de Chesterton: «de los cuales yo soy el primero» (v. 15). Pablo sabía exactamente cuál era el problema del mundo. Y también sabía que la única esperanza de resolverlo era «la gracia de nuestro Señor» (v. 14). ¡Qué verdad maravillosa! Esta realidad trascendente eleva nuestra mirada a la luz del amor salvador de Cristo. James - Pan Diario
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