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El salmista, por el contrario, nos da consejos sabios para evitar complicaciones. Escribió que el que encuentra verdadera satisfacción —el «bienaventurado»— rehúsa que el consejo de los que no sirven a Dios lo influya (Salmo 1:1). Sabe que puede llevarlo a peligros invisibles y consecuencias graves. También lo motivan («está su delicia») las verdades inmutables de la Escritura y está absorto («medita») en ellas. Ha descubierto que someterse a la guía de Dios produce equilibrio y productividad (v. 3).
Cuando tomamos decisiones —grandes o pequeñas— sobre nuestra profesión, dinero, relaciones y otros aspectos, busquemos la sabiduría de Dios en la Biblia, consejos sabios, y la guía esencial y confiable del Espíritu Santo. Marvin - Pan Diario
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