Las comadrejas son conocidas por su capacidad de hacerse las muertas:
el cuerpo se les relaja, les cuelga la lengua y el ritmo cardíaco
disminuye. Después de unos 15 minutos, el animal se reaviva. Lo
interesante es que los expertos no creen que lo hagan intencionalmente
para prevenirse de los depredadores, sino que, de manera involuntaria,
¡se desmayan cuando se sienten abrumadas o ansiosas! Al final de su reinado, Saúl reaccionó de manera similar ante el
peligro: «cayó en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las
palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas» (1 Samuel 28:20). Lo hizo
cuando el profeta Samuel le dijo que los filisteos atacarían Israel al
día siguiente, y que Dios no iba a ayudarlos. Como la vida del rey se
había caracterizado por la desobediencia, la precipitación y los celos,
el Señor ya no lo guiaba (v. 16), y sus esfuerzos por defenderse él
mismo y a los israelitas serían inútiles (v. 19). Tal vez nos sintamos débiles y desesperados a causa de nuestra
rebeldía o por las dificultades de la vida, pero, aunque la ansiedad nos
quite la fuerza, el Señor puede renovarla si dependemos de Él (Isaías
40:31). Dios «no desfallece, ni se fatiga con cansancio» (v. 28), y está
dispuesto a extender su mano y reavivarnos cuando no podamos dar un
paso más. Jennifer - Pan Diario
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