Hace unos años, un amigo me invitó a acompañarlo a ver un torneo profesional de golf. Como era la primera vez que yo iba, no tenía idea de qué esperar. Cuando llegamos, me sorprendió que me dieran regalos, información y mapas del campo de juego. Pero lo que superó todo fue que pudimos entrar en la tienda VIP, detrás del hoyo 18, donde había comida gratuita y lugar para sentarse. Sin duda, no podría haber disfrutado de toda esa hospitalidad por mi cuenta. La clave fue mi amigo; solo por él, tuve acceso total. Si fuera por nosotros, estaríamos irremediablemente separados de Dios. Pero Jesús, quien cargó con nuestro castigo, nos ofrece vida y acceso a Dios. El apóstol Pablo escribió: «la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia» (Efesios 3:10). Esta sabiduría unió a judíos y gentiles en Cristo, quien nos abrió el camino para llegar al Padre: «en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él» (v. 12). Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, recibimos el mayor acceso de todos: al Dios que nos ama y desea relacionarse con nosotros. Bill - Pan Diario
Padre, gracias porque puedo llamarte así y entrar en tu presencia al haber puesto mi fe en tu Hijo Jesús, quien abrió el camino al morir en la cruz por mí. ¡Qué regalo tan maravilloso!
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