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En Juan 20, encontramos a María Magdalena llorando junto a la tumba vacía de Jesús. Allí, un hombre le preguntó por qué lloraba. Pensando que era el hortelano, habló con el Salvador resucitado… ¡Jesús! Su angustia se transformó en gozo y corrió a decirles a los discípulos que había visto al Señor (v. 18).
¡Nosotros también tenemos la seguridad de que Jesús resucitó! Ahora está en el cielo con el Padre, pero no nos ha dejado solos. Los creyentes en Cristo tenemos al Espíritu en nuestro interior, y a través de Él, tenemos la seguridad y el gozo de saber que está con nosotros, y que somos suyos. Alyson - Pan Diario
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