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Lewis aprendió desde temprano que hacer lo correcto requería meterse en problemas «buenos» y decir cosas que no serían bien recibidas. El profeta Amós también era consciente de esto. Al ver el pecado y la injusticia de Israel, no pudo permanecer callado. Denunció cómo los poderosos oprimían «a la gente honrada, [recibían] soborno, y […] en los tribunales [impedían] que los pobres ganen su pleito», mientras que edificaban «casas de piedra labrada» con «hermosas viñas» (Amós 5:11-12 rvc). En lugar de cuidar su propia seguridad manteniéndose al margen, Amós denunció el mal. Se metió en un problema bueno y necesario. Pero este problema apuntaba a algo bueno: justicia para todos. Cuando nos metemos en problemas buenos (la clase de problemas justos y no violentos que requiere la justicia), el objetivo siempre es el bien y la sanidad. Winn Collier - Pan Diario
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