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Los profetas Jeremías y Urías también estaban en un gran problema. Le dijeron a Judá que Dios había prometido juzgar a su pueblo si no se arrepentía (Jeremías 26:12-13, 20). Este mensaje enojó al pueblo y a los funcionarios de Judá, quienes intentaron matar a los profetas. En el caso de Urías, lo lograron (v. 23). Pero ¿por qué no mataron a Jeremías? En parte, porque «la mano de Ahicam hijo de Safán estaba a favor de Jeremías» (v. 24). Tal vez no conozcamos a ningún condenado a muerte, pero probablemente conocemos a alguien a quien le vendría bien nuestro apoyo. ¿Habrá alguien cuyos derechos no se estén respetando? ¿Alguien que sienta que sus talentos se desestiman o que nadie escucha su voz? Tal vez sea riesgoso dar un paso al frente como Thibodeau o Ahicam, pero es lo correcto. ¿Quién necesita que lo defendamos como Dios nos guíe a hacerlo? Mike Wittmer - Pan Diario
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