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En el Antiguo Testamento, Dios entregó reglas respecto a lo que no debían hacer el día de reposo. En el Nuevo Testamento, Jesús ofreció un nuevo camino. En vez de enfatizar las regulaciones, llamó a los discípulos a una relación: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28). En el versículo anterior, Jesús señaló su propia relación constante de unidad con su Padre. Nosotros también podemos experimentar la provisión de ayuda constante que Jesús disfrutaba de su Padre. Aunque hacemos bien en evitar ciertos pasatiempos que pueden quitarnos el sueño, descansar en Cristo tiene más que ver con la relación que con la regulación. Apagué mi tableta y recosté mi cargado corazón sobre la almohada de la invitación de Jesús: «Venid a mí». Elisa Morgan - Pan Diario
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