Lo común y corriente no existe

Cuando Anita murió mientras dormía, a los 90 años, la tranquilidad de su partida reflejó la de su vida. Al quedar viuda, se había dedicado a sus hijos y nietos, y a ser amiga de las mujeres más jóvenes de la iglesia.
No se destacaba por sus talentos o logros, pero su profunda fe en Dios inspiraba a quienes la conocían. «Cuando no sé qué hacer con un problema —me dijo una amiga—, no pienso en las palabras de un predicador o autor famoso, sino en lo que diría Anita».
Muchos somos como ella; personas comunes que viven vidas comunes. Nuestro nombre nunca estará en las noticias ni tendremos monumentos construidos en honor a nosotros. Pero una vida vivida con fe en Jesús nunca es común. Algunas de las personas mencionadas en la lista de Hebreos 11 son anónimas (vv. 35-38); anduvieron por el sendero de la oscuridad y nunca recibieron la recompensa prometida (v. 39). No obstante, como obedecieron a Dios, su vida no fue en vano. Dios las utilizó de maneras que superaron la falta de notoriedad (v. 40).
Si te sientes desanimado por la aparente intrascendencia de tu vida, recuerda que la vida que se vive con fe en Dios tiene un impacto eterno. Aunque seamos comunes, podemos tener una fe fuera de lo común. Karen Huang - Pan Diario

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