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Meditar en semejante complejidad del ser humano debería despertar un sentimiento de adoración y asombro por el Creador que nos hizo. David nos recordó que «asombrosa y maravillosamente» hemos sido hechos (Salmo 139:14), y que esto es sin duda digno de celebrar. En realidad, el Salmo 111:2 (RVR1977) nos recuerda: «Grandes son las obras del Señor, dignas de meditarse por cuantos en ellas se complacen».
Aún más digno de nuestra atención es el divino Hacedor. Sus obras son maravillosas, pero Él lo es más, lo cual impulsa al salmista a decir: «Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas; sólo tú eres Dios» (86:10).
Maravillémonos hoy en la grandeza de su Persona. Bill Crowder - Pan Diario
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