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El apóstol Pablo escribió: «cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12:10). Hablaba de la fortaleza espiritual, pero sabía que el poder de Dios «se perfecciona en la debilidad» (v. 9). Como declaró el profeta Isaías: «Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas» (Isaías 40:29).
¿Cuál era el sendero hacia tal fuerza? Permanecer en Jesús, quien afirmó: «separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15:5). Anderson solía decir: «Si el hombre más fuerte del mundo no puede pasar un día sin el poder de Jesucristo, ¿a qué conclusión llegas?». Para averiguarlo, deja de depender de tu aparente fuerza y pídele ayuda a Dios. Patricia Raybon - Pan Diario
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