Dona un euro, haz clic en el botón amarillo. Dios te bendiga
—Sí —respondí—, pero estamos orgullosos porque dieron lo mejor.
—Lo sé —dijo—. Pero perdimos, ¿no?
Asentí con la cabeza.
—Entonces, ¿por qué me siento un ganador? —preguntó Dustin.
—Porque eres un ganador —dije, sonriendo.
Dustin pensaba que perder un partido significaba que era un fracasado, aunque había dado lo mejor de sí. Como creyentes en Jesús, nuestra batalla no se limita a un campo deportivo, pero a menudo, somos tentados a considerar que las etapas difíciles de nuestra vida determinan nuestra valía.
Sin embargo, Pablo reafirmó la relación entre nuestro sufrimiento presente y nuestra gloria futura como hijos de Dios. Aunque todos experimentamos dificultades y persecución, el amor inalterable de Dios nos ayuda a perseverar (Romanos 8:33-34).
Aunque seamos tentados a permitir que las luchas definan lo que valemos, nuestra victoria final está garantizada. Por más que tropecemos, en Él siempre seremos «más que vencedores» (vv. 35-39). Xochitl Dixon - Pan Diario

No hay comentarios:
Publicar un comentario