El horroroso asesinato del Dr. Martin Luther King Jr. tuvo lugar durante el clímax del movimiento por los derechos humanos en Estados Unidos en la década de 1960. Pero solo cuatro días después, su viuda, Coretta Scott King, tomó valientemente el lugar de su esposo, liderando una marcha pacífica de protesta. Tenía una profunda pasión por la justicia.
Jesús dijo: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados» (Mateo 5:6). Sabemos que, un día, Dios vendrá a aplicar justicia y corregir todo mal, pero hasta entonces, tenemos la oportunidad de colaborar en que su justicia sea una realidad en la tierra. Isaías 58 presenta un cuadro vívido de lo que Dios llama a su pueblo a hacer: «desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, [partir] tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes [albergar] en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano» (vv. 6-7). Al buscar justicia para los oprimidos y marginados, nuestra vida muestra a Dios. Hacer esto es como la luz del alba, que resulta en salvación, tanto para su pueblo como para los demás (v. 8).
Que Dios nos ayude hoy a desarrollar un hambre de su justicia aquí en la tierra. Al buscarla a su manera y en su poder, la Biblia dice que seremos saciados. Karen Pimpo - Pan Diario

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