Jesús, nuestro sustituto

Un muchacho rico de 20 años corría en una carrera de velocidad con su auto, cuando atropelló y mató a un peatón. Aunque lo condenaron a tres años de prisión, algunos creen que el hombre que compareció en la corte (y que después fue a la cárcel) fue un sustituto contratado por el conductor que cometió el delito. Este tipo de cosas ocurren en algunos países donde las personas alquilan a dobles para evitar pagar por sus delitos.
Esto puede sonar escandaloso e indignante, pero hace más de dos mil años, Jesús se convirtió en nuestro sustituto y «padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos» (1 Pedro 3:18). Como el sacrificio sin pecado, Jesús sufrió y murió una vez y para siempre por todos (Hebreos 10:10); por todos los que creen en Él. A diferencia de alguien hoy que decide sustituir a un delincuente para conseguir dinero, la muerte sustitutoria de Cristo en la cruz nos proveyó «esperanza», ya que entregó voluntaria y generosamente su vida por nosotros (1 Pedro 3:15, 18: Juan 10:15). Lo hizo para salvar el abismo entre nosotros y Dios. Que nos regocijemos y hallemos consuelo y confianza en esta profunda verdad: solo por la obra sustitutoria de Cristo podemos —nosotros, pecadores necesitados— tener una relación con nuestro Dios amado y completo acceso espiritual a Él. Marvin Williams - Pan Diario

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