Confiar en la Biblia

Billy Graham, el conocido evangelista estadounidense, describió una vez su lucha por aceptar la Biblia como algo completamente cierto. Una noche, mientras caminaba a la luz de la luna en un centro de retiro, cayó de rodillas y puso su Biblia sobre el tocón de un árbol, y tan solo pudo «tartamudear» una oración: «¡Oh, Dios! Hay tantas cosas en este libro que no entiendo».
Al confesar su desconcierto, Graham dijo que el Espíritu Santo lo liberó para aceptar su Palabra por fe. Cuando se levantó, todavía tenía preguntas, pero sabía que se había librado una batalla espiritual en su alma y había ganado.
El profeta Jeremías también peleó batallas espirituales, pero buscaba constantemente respuestas en la Escritura: «Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón» (Jeremías 15:16). Declaró que «la palabra del Señor» era «en [su] corazón como un fuego ardiente metido en [sus] huesos» (20:8-9). El evangelista del siglo xix Charles Spurgeon escribió: «[Jeremías] nos revela un secreto. Su vida exterior —en especial, su ministerio fiel— reflejaba su amor interior por la palabra que predicaba». Nosotros también podemos moldear nuestra vida con la sabiduría de la Escritura a pesar de nuestras luchas. Patricia Raybon - Pan Diario

Una fe activa

El padre de Samuel tuvo que huir por su vida durante un golpe militar. Ante la pérdida repentina de ingreso económico, la familia no pudo comprar un medicamento vital para el hermano de Samuel. Furioso con Dios, Samuel pensó: ¿Qué hicimos para merecer esto?
Un seguidor de Jesús se enteró de los problemas de la familia, compró el medicamento y se lo llevó. El regalo salvador de un extraño tuvo un impacto profundo. «Este domingo, iremos a la iglesia de este hombre», declaró la madre. El enojo de Samuel empezó a disminuir. Y con el tiempo, uno por uno, cada miembro de la familia puso su fe en Jesús.
Santiago destacó la necesidad de ocuparse de los demás: «Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?» (Santiago 2:15-16).
Nuestras acciones demuestran cuán genuina es nuestra fe e influyen en las creencias de demás. En el caso de Samuel, se transformó en pastor y fundador de iglesias. Con el tiempo, llamaría «Papá Mapes» al hombre que ayudó a su familia. Ahora lo conocía como su padre espiritual… aquel que les mostró el amor de Jesús. Tim Gustafson - Pan Diario

Extender gracia a los demás


Dona un euro, haz clic en el botón amarillo. Dios te bendiga

Nuestro hijo pasó los primeros años de su vida en un hogar de niños, hasta que lo adoptamos. Antes de abandonar el edificio para irnos a casa, preguntamos si podíamos recoger sus pertenencias. Tristemente, no tenía nada. Aunque me apenaba lo poco que tenía, me alegré porque ahora podríamos ayudarlo a suplir sus necesidades físicas y emocionales.
Unos días después, vimos a una persona que pedía donaciones para familias necesitadas. Mi hijo quiso donar sus animales de peluche y unas monedas. Dado su trasfondo, habría sido entendible si hubiera preferido aferrarse a sus pertenencias.
Creo que la razón de su respuesta generosa fue la misma que la de la iglesia primitiva: «abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado» (Hechos 4:33-34). Las personas vendían sus posesiones para proveer para las necesidades de los demás. Cuando empecemos a tomar conciencia de las necesidades de otros, ya sean materiales o intangibles, que la gracia de Dios obre poderosamente en nosotros de manera que respondamos como ellos lo hicieron: ofrendando de corazón a los que tienen necesidad. Esto nos transforma en recipientes de la gracia de Dios como creyentes en Jesús, «de un corazón y un alma» (v. 32). Kirsten Holmberg - Pan Diario

Cuando no entendemos

«No entiendo su plan. Le entregué toda mi vida a Dios. ¡Y me pasa esto!». Este fue el mensaje de un hijo a su madre cuando su sueño de triunfar como deportista profesional quedó temporalmente descarrilado. ¿Quién no ha tenido alguna clase de decepción inesperada que hace que nuestra mente se dispare a toda velocidad con exclamaciones y preguntas?
Job 1–2 registra una serie de tragedias y contratiempos en la vida de Job. Humanamente hablando, si había alguien que calificaba para una vida libre de problemas, ese era Job: «Y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1:1). Sin embargo, la vida no siempre resulta como quisiéramos… ni para Job ni para nosotros. Cuando su esposa le aconsejó: «Maldice a Dios, y muérete» (2:9), las palabras de Job para ella fueron sabias, instructivas y adecuadas también para nosotros cuando suceden cosas —grandes o pequeñas— que preferiríamos no enfrentar. «¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios» (v. 10).
Con la fuerza de Dios, que nuestra confianza y veneración por Él permanezca firme cuando no podamos entender cómo está obrando en las épocas difíciles de la vida. Arthur Jackson - Pan Diario

La verdadera naturaleza del amor

Durante la cuarentena por la pandemia, a Julio lo obligaron a cerrar su gimnasio y no tuvo un ingreso durante meses. Un día, recibió un mensaje de texto de un amigo que le pedía que se encontrara con él a las seis de la tarde en sus instalaciones. Julio no estaba seguro de por qué pero fue hasta allí. Al rato, los autos empezaron a aparecer en el estacionamiento. El conductor del primer auto colocó una cesta en la acera cerca del edificio. Después, uno tras otro, unos 50 autos pasaron a saludar, se detuvieron donde estaba la canasta y depositaron alguna tarjeta o dinero.
La verdadera naturaleza del amor es sacrificada, según el apóstol Pablo. Él explicó a los corintios que los macedonios ofrendaban «no solo lo que podían, sino aún mucho más» para suplir las necesidades de los apóstoles y de otros (2 Corintios 8:3 ntv). Incluso le pidieron a Pablo la oportunidad de ofrendar. Detrás de sus ofrendas se encontraba el corazón sacrificado de Jesús. Él dejó las riquezas del cielo para venir a la tierra a servir y entregar su vida: «Por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico» (v. 9).
Que nosotros también podamos pedirle a Dios que «[sobresalgamos] en este acto bondadoso de ofrendar» (v. 7) para suplir con amor las necesidades de los demás. Anne Cetas - Pan Diario