Un nuevo llamamiento

Carlos y su pandilla robaban casas, autos y tiendas, y peleaban con otras pandillas. Finalmente, Carlos fue arrestado y sentenciado. En la cárcel, se convirtió en «mandamás», alguien que repartía cuchillos caseros durante los disturbios.
Al tiempo, lo pusieron en confinamiento solitario. Ensimismado en su celda, experimentó una especie de pantallazos de eventos claves de su vida… y de Jesús siendo clavado en la cruz y diciéndole: «Hago esto por ti». Carlos cayó llorando al suelo y confesó sus pecados. Luego, le compartió su experiencia a un capellán, quien le explicó más de Jesús y le dio una Biblia. «Ese fue el comienzo de mi trayecto en la fe», dijo Carlos. Por fin, lo regresaron con el resto de los presos, donde fue maltratado por su fe, pero sentía paz porque «había encontrado un nuevo llamamiento: hablarles a otros presos sobre Jesús».
En su carta a Timoteo, Pablo habla del poder de Cristo para cambiar vidas: Dios llama a dejar una vida de maldad, para seguir y servir a Jesús (2 Timoteo 1:9). Cuando lo recibimos por fe, deseamos ser testigos vivientes de su amor. El Espíritu Santo nos capacita para hacerlo, aun cuando sufrimos, en nuestra misión de compartir la buena noticia (v. 8). Como Carlos, vivamos a la altura de nuestro llamamiento. Alyson Kieda - Pan Diario

Dios canta sobre ti

Diecisiete meses después del nacimiento de nuestro primer hijo, llegó una niña. Rebosaba de alegría ante la idea de tener una hija, pero estaba un poco inquieto porque, aunque sabía algo sobre varones, ese era territorio desconocido. La llamamos Sarah, y uno de mis privilegios era hamacarla para que se durmiera, para que mi esposa pudiera descansar. No sé bien por qué, pero comencé a cantarle para que durmiera, y escogí la canción You Are My Sunshine [Eres mi sol]. Sosteniéndola en mis brazos y mirándola en su cuna, cantaba literalmente sobre ella, y me encantaba. Ahora tiene más de 20 años, y todavía la llamo Sunshine.
Por lo general, pensamos en ángeles que cantan. ¿Pero alguna vez pensaste en Dios cantando? Sí, Dios cantando. Y no solo eso, ¿cuándo pensaste en Dios cantando sobre ti? El mensaje de Sofonías a Jerusalén es claro: el Señor se deleita tanto en ti que «se regocijará sobre ti con cánticos» (3:17). Aunque el mensaje era para Jerusalén, ¡es probable que Dios también cante sobre nosotros, los que hemos recibido a Cristo como Salvador! ¿Qué canción canta? Bueno, la Escritura no lo aclara, pero la canción brota de su amor, así que seguramente es verdadera, honesta, justa, pura, amable y admirable (Filipenses 4:8). James Banks - Pan Diario

¿Dios está escuchando?

Cuando serví en el equipo de asistencia a la congregación de mi iglesia, una de las tareas era orar por las peticiones que dejaban escritas en el banco durante las reuniones: la salud de una tía, las finanzas de una pareja, que un nieto encontrara a Dios. Raras veces oía sobre los resultados de esas oraciones, ya que los pedidos eran anónimos y no tenía manera de saber cómo había respondido Dios. Confieso que a veces me preguntaba: ¿Él realmente escucha? ¿Sucede algo como resultado de mis oraciones?
La mayoría nos preguntamos si Dios nos oye. Recuerdo mis ruegos por tener un hijo, que no tuvo respuesta durante años. Y para que mi padre creyera en Cristo, pero que murió sin haberlo manifestado.
A través de los siglos, hay millares de ejemplos en los que Dios inclinó su oído para escuchar: los gemidos de Israel bajo la esclavitud (Éxodo 2:24); a Moisés en el monte Sinaí (Deuteronomio 9:19); a Josué en Gilgal (Josué 10:14); a Ana por un hijo (1 Samuel 1:10-17); a David para ser librado de Saúl (2 Samuel 22:7).
El clímax está en 1 Juan 5:14: «si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye». La palabra «oye» significa prestar atención y responder tras haber escuchado.
Al acudir a Dios hoy, confiemos en su oído atento. Él oye nuestros ruegos. Elisa Morgan - Pan Diario

Un propósito en el sufrimiento

«Así que dice que tal vez no sea mi culpa». Las palabras de la mujer me tomaron por sorpresa. Tras predicar en una iglesia, conversaba con ella sobre lo que había compartido esa mañana. «Tengo una enfermedad crónica —explicó—, y he orado, ayunado, confesado mis pecados y hecho todo lo que me dijeron para sanarme. Pero sigo enferma, así que pensé que era culpa mía».
Me entristeció su confesión. Le habían dado una «fórmula» espiritual para solucionar su problema, pero se culpó cuando no funcionó. Incluso, tal enfoque ante el sufrimiento fue refutado hace siglos.
Llanamente, la antigua fórmula dice que si sufres, es porque pecaste. Cuando Job perdió trágicamente su ganado, hijos y riqueza, sus amigos aplicaron esa fórmula con él. «¿Qué inocente se ha perdido?», dijo Elifaz, sospechando de la culpabilidad de Job (Job 4:7). Bildad incluso le dijo que sus hijos habían muerto porque él había pecado (8:4). Sin saber la verdadera causa de las tragedias de Job (1:6–2:10), lo atormentaron con razones simplistas para su dolor. Más tarde, Dios los reprendió (42:7).
El sufrimiento es parte de vivir en un mundo caído. Puede suceder por razones que nunca sepamos, pero Dios tiene un propósito para ti más allá de tu dolor. No te desanimes cayendo en fórmulas simplistas. Sheridan Voysey - Pan Diario

Apartado

Los taxis de tres ruedas de Sri Lanka, conocidos como «tuk tuks», son un medio de transporte conveniente y agradable para muchos. Lorraine, residente de Colombo, la capital, también se dio cuenta de que son un campo misionero. Un día, al subir a un tuk tuk, descubrió que el conductor entabló con mucho agrado una conversación sobre religión. Ella se dijo que la próxima vez le hablaría de la buena noticia.
El libro de Romanos comienza con la declaración de Pablo de ser «apartado para el evangelio de Dios» (Romanos 1:1). La palabra griega evangelion significa «buena noticia». Básicamente, estaba diciendo que su propósito principal era contar la buena noticia de Dios.
¿Cuál es esta buena noticia? Romanos 1:3 dice que el evangelio de Dios es «acerca de su Hijo». ¡La buena noticia es Jesús! Es Dios quien quiere contarle al mundo que Jesús vino a salvarnos del pecado y la muerte, y que nos ha elegido para ser su medio de comunicación.
Compartir la buena noticia es un privilegio dado a todos los creyentes en Cristo. «Recibimos la gracia» para invitar a otros a esta fe (vv. 5-6). Dios nos ha apartado para llevar el evangelio a todos los que nos rodean, ya sea en tuk tuks o donde sea. Como Lorraine, busquemos oportunidades para hablarles a otros de Jesús. Asiri Fernando - Pan Diario