Acuérdate de cantar


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Nancy Gustafson, una cantante de ópera retirada, quedó devastada cuando visitó a su madre y la vio deteriorarse por demencia senil. Apenas la conocía y casi no hablaba. Después de visitarla varias veces, Nancy tuvo una idea: comenzó a cantarle. Los ojos de su madre se encendieron y empezó a cantar también… ¡durante 20 minutos! Luego, sonriendo y en broma, la mamá le dijo que eran «¡La familia de cantantes Gustafson!». Algunos terapistas sostienen que la música —y los «himnos tradicionales»— tiene poder para evocar recuerdos perdidos, levantar el ánimo, reducir caídas y disminuir la necesidad de sedantes.
Se está investigando más sobre el vínculo entre la música y la memoria. No obstante, la Biblia revela que el gozo que produce cantar es un don de Dios… y que es real: «es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza» (Salmo 147:1). El pueblo de Dios es incentivado a elevar su voz en cánticos de alabanza a Él: «Cantad salmos al Señor, porque ha hecho cosas magníficas» (Isaías 12:5). «Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en el Señor» (Salmo 40:3). Cantar nos inspira a nosotros y a aquellos que quieren escuchar. Recordemos que nuestro Dios es grande y digno de alabanza. Patricia - Pan Diario

Soluciones desesperadas

A finales del siglo xvii, Guillermo de Orange inundó intencionalmente gran parte de su nación. El monarca holandés recurrió a tan drástica medida en un intento de expulsar a los invasores españoles. No funcionó, y una vasta franja de excelentes tierras se perdió en el mar. Suele decirse: «Momentos desesperantes atraen medidas desesperadas».
En la época de Isaías, Jerusalén recurrió a medidas desesperadas ante la amenaza del ejército asirio. Al construir un sistema de almacenamiento de agua, destruyeron casas para apuntalar los muros de la ciudad. Tal vez las tácticas fueron apropiadas, pero descuidaron el paso más importante. Dios dijo: «Hicisteis foso entre los dos muros para las aguas del estanque viejo; y no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis de lejos al que lo labró» (Isaías 22:11). Es probable que no encontremos un ejército literal frente a nuestras casas hoy. «Los golpes siempre vienen de formas comunes y corrientes y a través de personas comunes y corrientes», dijo Oswald Chambers. No obstante, esos «golpes» son amenazas reales. Gracias a Dios, también son su invitación a acudir a Él primero para lo que necesitemos.
¿Consideraremos las exasperaciones y las interrupciones una oportunidad para recurrir a Dios o aplicaremos nuestras soluciones desesperadas? Tim - Pan Diario

Pensar distinto

Un verano, durante la universidad, pasé bastante tiempo en Venezuela. La comida era espectacular; la gente, encantadora; y el clima y la hospitalidad, maravillosos. Sin embargo, a los dos días, me di cuenta de que mis nuevos amigos no administraban el tiempo como yo. Si planeábamos almorzar a las 12, eso significaba entre las 12 y la 1 de la tarde. Lo mismo para las reuniones o los viajes: los horarios eran aproximados, sin puntualidad. Descubrí que mi idea de «estar a horario» era una cuestión netamente cultural.
Todos somos moldeados por los valores culturales que nos rodean, aun sin saberlo. Pablo llama a esta influencia el «siglo» (Romanos 12:2), en referencia a las maneras de pensar que impregnan nuestra existencia; suposiciones incuestionables e ideales directivos que se nos transmiten por el simple hecho de vivir en un lugar y tiempo particulares.
Pablo nos advierte a no conformarnos a los patrones de este mundo. Más bien, debemos ser «[transformados] por medio de la renovación de [nuestro] entendimiento» (v. 2). En lugar de adoptar pasivamente las formas de pensar y las creencias que nos envuelven, somos llamados a poner en práctica los pensamientos de Dios y entender su «buena voluntad […], agradable y perfecta» (v. 2). Sigamos al Señor en lugar de a otra voz. Winn - Pan Diario

El vivo retrato

Durante una salida, nos encontramos con una mujer que conocía a la familia de mi esposo desde que él era niño. Miró primero a Alan y después a nuestro hijo Xavier, y dijo: «Es el vivo retrato de su papá. Esos ojos, esa sonrisa. Sip. Igual a él». Mientras disfrutaba de reconocer semejante parecido entre padre e hijo, incluso observó similitudes en sus personalidades. De todos modos, aunque son parecidos, mi hijo no refleja exactamente a su padre.
Hay solo un Hijo —Jesús— que refleja completamente a su Padre. Cristo es «la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación» (Colosenses 1:15). En Él, por Él y para Él todas las cosas fueron creadas (v. 16). «Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten» (v. 17). Podemos pasar tiempo en oración y estudiando la Biblia, descubriendo el carácter del Padre al mirar a Jesús: Dios encarnado. Él nos invita a ver su amor en acción al analizar cómo interactúa con otros en las Escrituras y en nuestra vida diaria. Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y recibimos el don del Espíritu Santo, podemos conocer y confiar más en nuestro Padre amoroso. Él nos transforma para reflejar su carácter.
¡Qué alegría sería que otros dijeran que somos el vivo retrato de Jesús! Dixon - Pan Diario

Enviar un SOS

Cuando su choza en una región montañosa de Alaska se incendió, el colono se quedó sin un refugio apropiado y con pocas provisiones en el estado más frío de Estados Unidos, en medio de un invierno helado. Tres semanas después, fue rescatado cuando un avión pasó y vio un gran SOS que el hombre había grabado en la nieve y ennegrecido con hollín.
El salmista estaba, sin duda, en serios apuros. El celoso rey Saúl lo perseguía para matarlo. Entonces, David huyó a Gat, donde simuló estar loco para preservar su vida (ver 1 Samuel 21). Como resultado de esos acontecimientos surgió el Salmo 34, donde clamó a Dios en oración y encontró paz (vv. 4, 6). El Señor escuchó sus ruegos y lo libró. ¿Estás en una situación desesperada y clamando por ayuda? Ten la seguridad de que Dios aún oye y responde nuestras oraciones desesperadas. Como con David, está atento a nuestros clamores y nos quita el temor (v. 4); y a veces, incluso nos libra «de todas [nuestras] angustias» (v. 6). La Escritura nos invita: «Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará» (Salmo 55:22). Cuando entregamos a Dios nuestras circunstancias, podemos confiar en que Él nos brindará la ayuda que necesitemos. Estamos seguros en sus hábiles manos. Alyson - Pan Diario