La sinfonía más maravillosa

Cuando la BBC Music Magazine preguntó a 151 de los principales directores de orquesta del mundo que enumeraran lo que consideraban las 20 sinfonías más maravillosas, la Tercera de Beethoven, Heroica, encabezó la lista. Fue escrita durante la agitación política de la Revolución Francesa, pero también surgió de la propia lucha de Beethoven mientras perdía lentamente la audición. Evoca los vaivenes emocionales extremos de lo que significa ser humano al enfrentar desafíos. Con sus oscilaciones entre felicidad, tristeza y final triunfo, se la considera un tributo inmortal al espíritu humano.
La Primera Epístola de Pablo a los Corintios merece captar nuestra atención por razones similares. Aunque inspirada por palabras en lugar de pentagramas, se eleva en una bendición (1:4-9), cae en la tristeza de conflictos del alma (11:17-22) y vuelve a ascender en el unísono de personas dotadas que trabajan juntas para la gloria de Dios (12:6-7). La diferencia es que el triunfo aquí es de nuestro espíritu humano como tributo al Espíritu de Dios. Al instarnos a experimentar juntos el amor inexpresable de Cristo, Pablo nos ayuda a vernos llamados a la unidad por el Padre, encabezados por su Hijo e inspirados por su Espíritu, para contribuir a la sinfonía más maravillosa de todas. Mart DeHaan - Pan Diario

Buscar la ayuda de Dios

A finales del siglo xix, durante cinco años, las langostas arrasaban las plantaciones en Minnesota. Los granjeros trataban de atraparlas con brea y quemaban sus campos para matar los huevos. Desesperados y al borde de morir de hambre, muchos buscaron tener un día de oración en todo el estado, ansiando buscar juntos la ayuda de Dios. El gobernador accedió, y dedicó el 26 de abril para orar.
Días después de la oración colectiva, el clima templado hizo que los huevos revivieran. Pero a los cuatro días, un descenso de temperatura sorprendió y deleitó a todos, ya que el frío helado mató las larvas. La gente podría volver a cosechar sus granos.
La oración también estuvo detrás de la salvación que Dios dio a su pueblo durante el reinado de Josafat. Cuando este supo que un gran ejército venía contra ellos, llamó al pueblo a orar y ayunar. Recordaron cómo Dios los había salvado en el pasado. Josafat dijo que si el mal los alcanzaba —«espada de castigo, o pestilencia, o hambre»—, clamarían a Dios, sabiendo que los oiría y salvaría (2 Crónicas 20:9).
Dios rescató entonces a su pueblo, y también nos oye ahora cuando clamamos a Él desesperados. Sea cual sea tu preocupación, preséntasela a Dios en oración. Nada es demasiado difícil para Él. Amy Pye - Pan Diario

Cristianismo auténtico

Hace años, solicité empleo en una organización cristiana, y me dieron una lista de reglas sobre el uso del alcohol, el tabaco y ciertas formas de entretenimiento. La explicación era que esperaban que sus empleados tuvieran un comportamiento cristiano. Podía cumplir con la lista porque, por razones no relacionadas mayormente con la fe, no hacía esas cosas, pero mi lado argumentativo pensó: ¿Por qué no tienen una lista sobre no ser arrogante, insensible, áspero, espiritualmente indiferente y crítico? De eso, nada.
Seguir a Cristo no se puede definir con una lista de reglas. Es una sutil cualidad de vida difícil de medir, pero que puede describirse mejor como «hermosa». Las bienaventuranzas en Mateo 5:3-10 resumen esa belleza. Aquellos en quienes el Espíritu de Jesús mora y que dependen de Él son humildes y no se hacen notar. El sufrimiento de otros los conmueve profundamente. Son amables y bondadosos. Anhelan la bondad en ellos y en otros. Tienen misericordia con los que luchan y fracasan. Aman a Jesús auténticamente. Son pacíficos y dejan un legado de paz. Son buenos con quienes los explotan, y devuelven bien por mal. Son bienaventurados, «superfelices». Esta clase de vida capta la atención de los demás, y les pertenece a aquellos que acuden a Jesús y se la piden. David Roper - Pan Diario

El poder de Dios exhibido

Mi hija de seis años y yo mirábamos a través de la puerta de vidrio el cegador despliegue de una tormenta eléctrica. Ella repetía una y otra vez: «¡Guau! Dios es tan grande». Yo sentía lo mismo. Era evidente lo pequeños que éramos ambos y lo poderoso que es Dios. Me vino a la mente un versículo del libro de Job: «¿Por qué camino se reparte la luz, y se esparce el viento solano sobre la tierra?» (38:24).
Job necesitaba recordar el poder de Dios (vv. 34-41). Su vida estaba deshecha: sus hijos muertos, económicamente quebrado, enfermo, sus amigos sin empatía, su esposa instándolo a abandonar su fe (2:9). Finalmente, Job le preguntó a Dios: «¿Por qué» (cap. 24), y Él le respondió desde una tempestad (cap. 38 nvi). Le recordó su control sobre las características físicas del mundo (cap. 38). Eso lo consoló y respondió: «De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven» (42:5). En otras palabras: «¡Ahora entiendo, Dios! Veo que tu grandeza me supera». Cuando la vida se desmorona, lo más consolador que podemos hacer a veces es acostarnos en el suelo y mirar los relámpagos, para recordar que el Dios que creó el mundo es lo suficientemente grande para ocuparse también de nosotros. Incluso tal vez comencemos a cantar nuestra canción de adoración favorita que hable de su grandeza. Daniel Ryan Day - Pan Diario

Negativa firme

Cuando los nazis reclutaron a Franz Jägerstätter durante la Segunda Guerra Mundial, completó el entrenamiento militar básico pero rehusó jurar lealtad a Adolfo Hitler. Las autoridades le permitieron regresar a su granja, pero luego, lo convocaron para el servicio activo. Sin embargo, después de ver de cerca la ideología nazi y enterarse del genocidio judío, decidió que su lealtad a Dios significaba no pelear nunca por los nazis. Fue arrestado y ejecutado, lo que dejó a su esposa y tres hijas sin él.
A través de los años, muchos creyentes en Cristo, en peligro de morir, se negaron firmemente cuando se les ordenó desobedecer a Dios. Tal es el caso de Daniel. Cuando un edicto real amenazaba con que «cualquiera que [… pidiera] a cualquier dios u hombre fuera [del rey]» (Daniel 6:12) sería arrojado al foso de los leones, Daniel dejó de lado su seguridad y permaneció fiel. «Se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes» (v. 10). Solamente doblaría su rodilla ante Dios, sin importar el costo. Aunque todos nos imploren que sigamos la opinión prevalente, nunca dejemos de obedecer a Dios aunque nuestra reputación o bienestar estén en peligro. A veces, aun a gran costo, lo único que podemos ofrecer es una negativa firme. Winn Collier - Pan Diario