Primero, perdona

Éramos «hermanas en Cristo», pero mi amiga y yo habíamos empezado a actuar como enemigas. Una mañana, discutimos sobre nuestras distintas opiniones raciales. Después, cada una siguió su camino. Sin embargo, un año más tarde, un ministerio nos contrató y empezamos a trabajar en la misma sección, donde nos era imposible no reconectarnos. Al principio fue incómodo, pero hablamos de los conflictos. Con el tiempo, Dios nos ayudó a pedir perdón y sanar.
Dios también sanó la división amarga entre Esaú y su hermano Jacob, y bendijo sus vidas. Jacob había conspirado para robarle a Esaú la bendición de su padre. Cuando 20 años más tarde, Dios llamó a Jacob a regresar a su tierra natal, Jacob envió muchos regalos para apaciguar a su hermano. «Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron» (Génesis 33:4).
Su reencuentro es un clásico ejemplo de cómo Dios nos insta a resolver nuestro enojo con un hermano antes de ofrecer nuestra ofrenda ante Él (Mateo 5:23-24). Jacob obedeció a Dios al reconciliarse con Esaú, y más adelante, al levantar un altar para el Señor (Génesis 33:20). Qué orden tan hermoso: primero, buscar el perdón y la reconciliación. Después, ante su altar, Él nos recibe. Patricia Raybon - Pan Diario

Levantarse otra vez

El corredor olímpico Ryan Hall tiene el récord de la media maratón en Estados Unidos, ya que completó los 21 kilómetros en menos de una hora. Aunque Hall ha celebrado victorias que establecen récords, también conoce la desilusión de no poder terminar una carrera.
Tras haber probado tanto el éxito como el fracaso, Hall afirma que su fe en Jesús lo sostuvo. Uno de sus versículos bíblicos favoritos declara que «siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse» (Proverbios 24:16). Este proverbio nos recuerda que los justos, aquellos que confían en Dios y tienen una relación correcta con Él, igual experimentarán dificultades y pruebas. Sin embargo, a medida que sigan buscándolo aun en medio de las dificultades, Dios es fiel para darles la fuerza para volver a levantarse.
¿Experimentaste hace poco alguna desilusión o fracaso devastadores y sientes que jamás te recuperarás? La Escritura nos anima a no descansar en nuestra fuerza, sino a seguir poniendo nuestra confianza en Dios y en sus promesas. A medida que confiamos en Él, el Espíritu de Dios nos da la fortaleza para cada dificultad que encontramos en esta vida, desde luchas al parecer cotidianas hasta las más significativas (2 Corintios 12:9). Lisa Samra - Pan Diario

La verdadera grandeza

Cuthbert es una figura muy querida en el norte de Inglaterra. Evangelizó gran parte de la zona en el siglo vii, aconsejó a monarcas; y después de su muerte, la ciudad de Durham fue edificada en su honor. Sin embargo, su legado es grande en otros sentidos. 
Después de una plaga devastara en la región, Cuthbert visitó pueblos afectados para llevar consuelo. Cuando estaba por irse de una aldea, una mujer, que ya había perdido un hijo, llegó con un niño muy enfermo. Cuthbert lo tomó en brazos, oró por él y lo besó en la frente. «No tengas miedo —le dijo a la mujer—; nadie más en tu casa morirá». Según dicen, el niño vivió.
Una vez, Jesús tomó a un niño en sus brazos para enseñar sobre la grandeza, y dijo: «El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí» (Marcos 9:37). En la cultura judía, «recibir» a alguien implica servirle. Como se suponía que los niños debían servir a los adultos y no ser servidos, la idea seguramente fue chocante. ¿Qué quería decir Jesús? La verdadera grandeza reside en servir al más insignificante (v. 35). Consejero de reyes, influyente en la historia, una ciudad construida en su honor. Pero quizá el cielo registra el legado de Cuthbert de esta manera: una madre escuchada, una frente besada, una vida humilde que reflejó a su Señor. Sheridan Voysey - Pan Diario

No te ha olvidado

«Tío Arthur, ¿recuerdas el día cuando me llevaste a la barbería y al supermercado? Tenía puestos unos pantalones caquis, una camisa a cuadros, un cárdigan azul, calcetines y zapatos marrones. Fue el jueves 20 de octubre de 2016». Los desafíos de mi sobrino Jared, relacionados con su autismo, se compensan con su memoria fenomenal que puede recordar años después detalles como días y fechas, y la ropa que estaba usando.
Debido a su constitución, Jared posee la clase de memoria que me recuerda al Dios omnisciente y amoroso, quien tiene en sus manos el tiempo y la eternidad. Él conoce muy bien los hechos y no olvida sus promesas ni a su pueblo. ¿Te has preguntado si Dios te habrá olvidado? ¿Tal vez cuando otros parecen tener más salud, felicidad o éxito? La situación nada ideal del antiguo Israel lo llevó a decir: «Me dejó el Señor, […] se olvidó de mí» (Isaías 49:14). Sin embargo, no era así. La compasión y el cuidado de Dios superaban los vínculos naturales de afecto que tienen las madres con sus hijos (v. 15). Antes de adoptar rótulos como «abandonado» u «olvidado», vuelve a pensar en lo que Dios hizo en y a través de su Hijo Jesús. En el evangelio que trae perdón, Dios dijo claramente: «nunca me olvidaré de ti» (v. 15). Arthur Jackson - Pan Diario

Caminar con Jesús

Alimentos magros, botas impermeables y un mapa son algunos elementos esenciales que llevan los excursionistas en el sendero de John Muir. Este es un camino de 340 kilómetros que atraviesa arroyos, bordea lagos y bosques, y sube y baja montañas. Como se requieren unas tres semanas para completar el sendero, es fundamental llevar la cantidad correcta de provisiones. Si empacas demasiado, no te alcanzará la fuerza para llevarlo; si es demasiado poco, no tendrás suficiente para el viaje. 
Terminar bien nuestro viaje como creyentes en Jesús también requiere una cuidadosa consideración de lo que llevamos a cuestas. En Hebreos 12, el apóstol Pablo nos exhorta a despojarnos «de todo peso y del pecado que nos asedia». Compara nuestra vida con una «carrera que tenemos por delante», en la cual no debemos «[cansarnos] hasta desmayar» (vv. 1, 3). Estar bajo el peso del pecado o distraerse con cuestiones ajenas al propósito de Dios implica llevar un peso innecesario. Así como hay listas de provisiones para el sendero de John Muir, Dios ha proporcionado en la Biblia instrucciones para seguir a Jesús. Podemos saber qué hábitos, sueños y deseos vale la pena llevar con nosotros al examinarlos a la luz de las Escrituras. Cuando viajamos sin peso, podemos terminar bien. Karen Pimpo - Pan Diario