En todos nuestros tratos

En 1524, Martín Lutero señaló: «Los mercaderes tienen entre sí una regla en común que es su máxima principal […]: No me importa nada de mi prójimo, en tanto obtenga mi beneficio y satisfaga mi codicia». Más de 200 años después, John Woolman, de Mount Holly, Nueva Jersey, permitió que su compromiso con Jesús influyera en su negocio de sastrería. Para apoyar la liberación de los esclavos, se negó a comprar algodón o materiales para tintura a compañías que usaban el trabajo forzado. Con una conciencia limpia, amó a su prójimo y vivió con integridad en todos sus tratos.
El apóstol Pablo se esforzaba por vivir «con sencillez y sinceridad de Dios» (2 Corintios 1:12). Cuando algunos corintios intentaron socavar su autoridad como apóstol de Jesús, defendió su conducta diciendo que sus palabras y acciones podían resistir el escrutinio más minucioso (v. 13). También mostró que dependía del poder y la gracia de Dios para ser eficaz (v. 12). En resumen, la fe de Pablo impregnaba todo su proceder.
Al vivir como embajadores de Cristo, asegurémonos de que el evangelio resuene en todas nuestras actividades: familia, negocios y demás. Cuando revelamos el amor de Dios a otros, lo honramos a Él y a nuestros prójimos. Marvin Williams - Pan Diario

Latiendo en unidad

Las historias han cautivado a los humanos desde el comienzo de la creación, como una manera de transmitir el conocimiento mucho antes de que existiera el lenguaje escrito. Todos hemos experimentado el deleite de oír o leer una historia y quedar inmediatamente atrapados por frases iniciales como: «Había una vez». Su poder incluso se extiende al hacer que nuestros corazones latan sincronizados al escucharlas juntos. Una investigación reciente indica que nuestros corazones entran en el mismo ritmo cuando oímos la misma historia al mismo tiempo.
Dios empieza a contarnos su historia con las palabras: «En el principio» (Génesis 1:1). Desde que Adán y Eva comenzaron a respirar (v. 27), Dios ha usado esa historia reveladora no solo para moldear nuestra vida individualmente, sino también —y quizá lo más importante— de forma colectiva como sus hijos. A lo largo de la Biblia, nuestros corazones creyentes en Jesús se unen y nos apartan para sus propósitos (1 Pedro 2:9).
Que nuestra respuesta sean corazones que laten a un ritmo sincronizado, que se deleitan en las obras creadoras del Autor. Y que transmitamos a otros su historia, proclamando «su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos» (Salmo 96:3), e invitándolos a convertirse en parte de ella. Kirsten Holmberg - Pan Diario

Cuando tengas miedo

Tenía programado un examen médico, y aunque no había tenido problemas de salud recientes, le temía a la 
consulta. Me atormentaba el recuerdo de un diagnóstico inesperado de hacía años. Aunque sabía que Dios estaba conmigo y que debía confiar en Él, igualmente tenía miedo.
Me decepcionó mi temor y mi falta de fe. Si Dios siempre está conmigo, ¿por qué estaba tan ansiosa? Entonces, una mañana, creo que Él me guio a la historia de Gedeón.
Llamado «esforzado y valiente» (Jueces 6:12), le temía a su tarea de atacar a los madianitas. Aunque Dios le había prometido estar con él y triunfar, Gedeón siguió buscando varias confirmaciones (vv. 16-23, 36-40). No obstante, Dios no lo condenó por su temor sino que lo entendió. La noche del ataque, le volvió a asegurar que triunfaría; incluso de una manera que calmara sus miedos (7:10-11).
Dios también entendió mi temor y me dio la valentía de confiar en Él. Experimenté su paz, sabiendo que estaba conmigo sin importar el resultado. Al final, mi examen salió bien.
Tenemos un Dios que entiende nuestros miedos, y nos tranquiliza con las Escrituras y el Espíritu Santo (Salmo 23:4; Juan 14:16-17). Adorémoslo con gratitud, como lo hizo Gedeón (Jueces 7:15). Karen Huang - Pan Diario

Oración atesorada

El cascanueces de Clark es un ave asombrosa. Cada año, antes del invierno, esconde provisiones de cuatro o cinco semillas de pino, llegando a reunir hasta 500 por hora. Meses más tarde, vuelve para desenterrar las semillas, aun de debajo de la nieve espesa. Puede recordar hasta 10.000 lugares donde las ha escondido; una hazaña asombrosa (sobre todo, pensando que a los humanos nos resulta difícil recordar dónde pusimos las llaves del auto o las gafas).
Pero incluso este increíble acto de memoria palidece frente a la capacidad de Dios de recordar nuestras plegarias. Él puede guardar un registro de cada oración sincera, y recordarlas y responderlas aun años después. En el libro de Apocalipsis, Juan describe a «cuatro seres vivientes» y «veinticuatro ancianos» que adoran al Señor en el cielo. Cada uno tenía «copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos» (5:8).
Tal como el incienso era precioso en el mundo antiguo, nuestras oraciones son preciosas para Dios, quien las mantiene delante de Él constantemente, ¡atesoradas como copas de oro! Nuestras oraciones le importan por le importamos nosotros; y en Jesús, nos ofrece un acceso ilimitado (Hebreos 4:14-16). Por eso, ¡ora con determinación! Gracias al amor sublime de Dios, ni una palabra será olvidada. James Banks - Pan Diario

No ser descortés

No todos somos capaces de captar e interpretar correctamente el valor de los instrumentos lingüísticos de la «descortesía implícita», como la ironía, el sarcasmo, las alusiones culturales, los juegos de palabras, y más. Por ejemplo: Una vez, Bernard Shaw le envió dos invitaciones a Winston Churchill para que asistiera al estreno de Pigmalión, diciendo: «Para que venga con un amigo (si es que lo tiene)». A lo que Churchill respondió: «Me es imposible asistir a la noche de apertura, pero iré a la segunda función (si es que la hay)».
Aunque esto suena divertido, una vez, un antiguo rey de Moab trató de pagarle a un misterioso profeta llamado Balaam, no solo para que fuera descortés con los israelitas sino para que los maldijera (Números 22:6). En cambio, Balaam los bendijo varias veces, haciendo que el rey se enfureciera (24:10). Una de sus bendiciones incluyó esta profecía: «Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca» (24:17). ¿A quién se refería Balaam? El versículo continúa: «Saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel». Un día, esa «ESTRELLA» atraería a los magos hacia Belén (Mateo 2:1-2).
Un antiguo profeta mesopotámico, que no sabía nada del Mesías, predijo su futura llegada. De una fuente extraña, no brotó una descortesía sino una bendición. Tim Gustafson - Pan Diario