Listo para salir para Dios

El libro Talentos ocultos narra los preparativos para el vuelo de John Glenn al espacio. En 1962, las computadoras eran inventos modernos con problemas técnicos, y Glenn no confiaba en sus cálculos. Sabía que una mujer inteligente del área secreta manejaba bien los números y dijo: «Si ella dice que los cálculos están bien, estoy listo para ir».
Katherine Johnson era maestra y madre de tres hijos. Amaba a Jesús y servía en la iglesia. Dios la había bendecido con una mente extraordinaria. La NASA la empleó a finales de los años 50 para ayudar en el programa espacial. Ella era aquella «mujer inteligente», una de las «computadoras humanas» de aquel entonces.
Tal vez no se nos llame a brillar en las matemáticas, pero Dios nos llama a otras cosas: «a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo» (Efesios 4:7). Debemos «[vivir] como es digno del llamamiento» que recibimos (v. 1 rvc). Somos parte de un cuerpo, en el que todos «se ayudan mutuamente» (v. 16).
Katherine confirmó los cálculos, y el lanzamiento fue perfecto. Pero ese fue solo uno de sus llamamientos: también fue llamada a ser madre, maestra y colaboradora en la iglesia. ¿Estamos nosotros «listos para salir» y vivir «como es digno [de nuestro] llamamiento» (v. 1 rvc)? Kenneth Petersen - Pan Diario

En casa con Jesús

«No hay nada como el hogar», dijo Dorothy, y golpeó los tacones de sus zapatos. En El mago de Oz, solo se necesitó eso para transportar mágicamente a Dorothy y Toto de regreso a su casa en Kansas.
Lamentablemente, no hay suficientes zapatos de plata para todos. Aunque muchos comparten la añoranza de Dorothy por su hogar, encontrar un lugar al cual pertenecer puede ser sumamente difícil.
Una de las consecuencias de vivir en un mundo altamente efímero es un sentimiento de falta de apego, en el cual nos preguntamos si alguna vez encontraremos un lugar al que pertenecemos de verdad. Como expresó C. S. Lewis: «Si encuentro en mí deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única explicación lógica es que fui hecho para otro mundo».
La noche antes de la cruz, Jesús les dio seguridad a sus amigos de ese hogar: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros» (Juan 14:2). Un hogar donde somos bienvenidos y amados. Pero también podemos estar como en casa ahora. Somos parte de la familia de Dios, la iglesia, y vivimos en comunión con nuestros hermanos en Cristo. Hasta que Jesús nos lleve al hogar que anhelamos, podemos vivir con su paz y gozo porque, con Él, siempre estamos en casa. Bill Crowder - Pan Diario

Dios conoce nuestras necesidades

Lando, un chofer de jeepney (una forma de transporte público en Filipinas) en Manila, tragaba café en un puesto junto a un camino. Después del aislamiento por Covid-19, la gente volvía a transitar, y pensó: Los eventos deportivos hoy significan más pasajeros. Recuperaré lo perdido. Por fin, puedo dejar de preocuparme. 
Estaba por salir, cuando vio a Ronnie en un banco cercano. El barrendero parecía preocupado, como si necesitara hablar. Lando pensó: Cada segundo cuenta. Cuanto más pasajeros, más ganancia. No puedo detenerme. Pero sintió que Dios lo guiaba a hablar con Ronnie, y lo hizo.
Jesús entendía qué difícil era no preocuparse (Mateo 6:25-27), por eso nos asegura que nuestro Padre celestial sabe exactamente lo que necesitamos (v. 32). Se nos recuerda no ser ansiosos, sino confiar en Él y dedicarnos a hacer lo que quiere que hagamos (vv. 31-33). Cuando le obedecemos, podemos descansar en que «si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así», Él nos proveerá como lo hace con la creación (v. 30).
Por la conversación de Lando con Ronnie, este finalmente aceptó a Cristo como Salvador. Lando dijo: «Y Dios también proveyó suficientes pasajeros ese día. Simplemente obedecí, y Él me suplió lo que necesitaba». Karen Huang - Pan Diario

El Dios del orden

César tomó todos los medicamentos que pudo encontrar en el gabinete. Criado en una familia rota y desordenada, su vida era un caos. Su padre solía abusar de su madre, hasta que se quitó la vida. Ahora. César quería «simplemente terminar» con la suya. Pero, de pronto, pensó: ¿Adónde iré cuando muera? Por la gracia de Dios, no murió ese día. Y más tarde, tras estudiar la Biblia con un amigo, recibió a Jesús como su Salvador. Parte de lo que lo llevó a Dios fue ver la belleza y el orden de la creación: Dijo: «Veo cosas que son simplemente hermosas. Alguien hizo todo esto».
En Génesis 1, leemos del Dios que de verdad creó todo. Y aunque «la tierra estaba desordenada» (v. 2), trajo orden de ese desorden. «Separó Dios la luz de las tinieblas» (v. 4), puso la tierra entre los mares (v. 10), e hizo las plantas y los animales según su «género» (vv. 11-12, 21, 24-25). Aquel que «creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar» (Isaías 45:18 NTV) continúa haciéndolo. Tal como descubrió César, Dios trae paz y orden a quienes se entregan a Cristo. La vida puede ser caótica y desafiante. Pero el Señor «no es Dios de confusión, sino de paz» (1 Corintios 14:33). Clama al Señor hoy y pídele que te ayude a descubrir la belleza y el orden que solo Él da. Tom Felten - Pan Diario

Agentes de paz de Dios

Nora fue a una protesta pacífica porque le importaba mucho el tema de la justicia. La manifestación era silenciosa y las personas caminaban tranquilas por el centro de la ciudad.
Entonces, aparecieron dos autobuses con agitadores provenientes de otro lugar, y se desató una revuelta. Desconsolada, Nora se fue. Al parecer, sus buenas intenciones fueron inútiles.
Cuando el apóstol Pablo visitó el templo de Jerusalén, sus opositores lo vieron. Eran «de Asia» (Hechos 21:27), y consideraban que Jesús era una amenaza para su estilo de vida. Gritando mentiras y acusaciones contra Pablo, generaron rápidamente un alboroto (vv. 28-29). Una multitud lo arrastró fuera del templo y lo golpeó. Los soldados llegaron corriendo.
Mientras lo arrestaban, Pablo preguntó si podía hablarle a la gente (vv. 37-38). Cuando se lo permitieron, les habló en su idioma, sorprendiéndolos y captando su atención (v. 40). Y así, convirtió una revuelta en una oportunidad de compartir su historia de ser rescatado de una religión muerta (22:2-21). A algunos les encantan la violencia y la división. No te desanimes. No van a ganar. Dios busca creyentes valerosos que transmitan su luz y paz a nuestro mundo desesperado. Lo que parece una crisis podría ser tu chance de mostrarle a alguien el amor de Dios. Tim Gustafson - Pan Diario