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Trabajar en pro de la reconciliación también debería ser el objetivo de todos en la iglesia. Pablo escribió: «no se ponga el sol sobre vuestro enojo» (Efesios 4:26). Para crecer juntos, el apóstol aconsejó: «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación» (v. 29).
Por último, dijo: «Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros» (vv. 31-32). Evitar el conflicto siempre que podamos, ayuda a edificar la iglesia de Dios. Sin duda, así lo honramos. Patricia - Pan Diario
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