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Aprender de los niños sobre cómo cuidar a los demás no es un concepto nuevo para los creyentes en Jesús. Conocemos a Aquel que vino como un bebé. Su nacimiento cambió todo lo que sabemos sobre ocuparnos de las relaciones interpersonales. Cuando unos niños fueron llevados a Jesús, Él reprendió a los discípulos que pensaban que los pequeños no eran valiosos, diciendo: «Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios» (Marcos 10:14). Jesús, «tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía» (v. 16). Nosotros mismos, como sus hijos ocasionalmente «complicados», podríamos ser considerados indignos también, pero Jesús, quien vino como un niño, nos acepta con amor y nos enseña sobre el poder bienhechor de amar a los bebés y a todas las personas. Patricia Raybon - Pan Diario

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