«¡Mira, abuelo! ¡Esos árboles están saludando a Dios!». Mientras observábamos las ramas dobladas por el viento, el entusiasmado comentario de mi nieto me hizo sonreír. Y también hizo que me preguntara: ¿Tengo esa clase de fe imaginativa?
Reflexionando en la historia de Moisés y la zarza ardiente, la poetisa Elizabeth B. Browning escribió: «La tierra atiborrada de cielo / y toda simple zarza encendida de Dios; / pero solo el que ve se quita los zapatos». La obra de las manos de Dios se manifiesta en todas partes; y un día, cuando le tierra sea hecha nueva, la veremos como nunca antes.
Dios habla de ese día, cuando proclama a través del profeta Isaías: «Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso» (Isaías 55:12). ¿Montes cantando? ¿Árboles aplaudiendo? ¿Por qué no? Pablo señaló que «la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Romanos 8:21).
Jesús habló sobre piedras que clamarían (Lucas 19:40), evocando la profecía de Isaías sobre lo que les aguarda a los salvos por Él. Cuando miremos con una fe que imagina solo lo que Dios puede imaginar, ¡veremos para siempre sus maravillas! James Banks - Pan Diario

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