Al escribir el obituario de mi madre, sentí que la palabra murió parecía demasiado definitiva para la esperanza que tenía en nuestra prometida reunión en el cielo. Entonces, escribí: “Ella fue acogida en los brazos de Jesús”. Aún así, algunos días me apeno al ver las fotos familiares más actuales que no incluyen a mi madre. Sin embargo, recientemente descubrí a un pintor que crea retratos familiares para incluir a los que hemos perdido. El artista usa las fotos de los seres queridos que nos han precedido para pintarlos en la imagen de la familia. Con trazos de pincel, este artista representa la promesa de Dios de un reencuentro celestial. Derramé lágrimas de agradecimiento al pensar en ver a mi madre sonriendo a mi lado otra vez.
El apóstol Pablo afirma que los creyentes en Jesús no tienen que afligirse “como el resto de la humanidad” (1 Tesalonicenses 4:13). “Creemos que Jesús murió y resucitó y por eso creemos que Dios traerá con Jesús a los que durmieron en él” (v. 14). Pablo reconoce la segunda venida de Jesús y proclama que todos los creyentes se reunirán con Jesús (v. 17).
La promesa de Dios de una reunión celestial puede consolarnos cuando sufrimos la pérdida de un ser querido que ha confiado en Jesús. Nuestro futuro prometido con nuestro Rey resucitado también brinda una esperanza duradera cuando enfrentamos nuestra propia inmortalidad, hasta el día en que Jesús venga o nos llame a casa. Xóchitl Dixon - Pan Diario
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