Tu parte y la parte de Dios

Cuando a mi amiga Janice le pidieron que dirigiera su departamento en el trabajo después de pocos años, se sintió abrumada. Luego de orar, sintió que Dios la estaba guiando a que aceptara; pero aun así, temía no poder enfrentar la responsabilidad. «¿Cómo puedo liderar con tan poca experiencia? —le preguntó a Dios—. ¿Por qué ponerme aquí si voy a fracasar?».
Más tarde, Janice leía sobre el llamamiento de Dios a Abram en Génesis 12 y observó que su parte era ir a la tierra que Dios le mostraría… «y se fue Abram» (vv. 1, 4). Fue una mudanza radical porque nadie se desarraigaba de ese modo en la antigüedad. Pero Dios le estaba pidiendo que confiara en Él, dejando todo lo conocido atrás, y que Él se encargaría del resto. ¿Identidad? Serás una gran nación. ¿Provisión? Te bendeciré. ¿Reputación? Un gran nombre. ¿Propósito? Sería una bendición a todos los pueblos de la tierra. Aunque cometió algunos errores importantes en el camino, «por la fe Abraham, […] obedeció […] y salió sin saber a dónde iba» (Hebreos 11:8). Entender esto quitó un gran peso del corazón de Janice. «No tengo que preocuparme de “triunfar” en mi trabajo —me dijo después—. Tengo que concentrarme en confiar en que Dios me capacitará». Confiemos en que Dios nos proveerá la fe que necesitamos. Leslie Koh - Pan Diario

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