Pronto para oír

Sentí palpitaciones cuando iba a abrir mi boca para refutar las acusaciones de una querida amiga. Lo que yo había publicado en línea no tenía nada que ver con ella, como ella había supuesto. Pero antes de contestar, susurré una oración. Entonces, me calmé y escuché el dolor que reflejaban sus palabras. Era claro que había algo profundo y que estaba muy dolida. Mi necesidad de defenderme desapareció al decidir ayudarla a enfrentar su dolor.
En esa conversación, aprendí lo que quiso decir Santiago en la lectura bíblica de hoy, cuando insta a ser «pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (1:19). Escuchar puede ayudarnos a oír lo que está detrás de las palabras y evitar el enojo que «no obra la justicia de Dios» (v. 20). Nos permite oír el corazón. Detenerme y orar me ayudó mucho, al ser más sensible a sus palabras que a mi ofensa. Quizá si no me hubiese detenido a orar, habría disparado mis pensamientos y dicho lo ofendida que estaba.
Y aunque no siempre he seguido bien las instrucciones de Santiago, ese día creo que lo hice. Detenerme para susurrar una oración antes de permitir que el enojo y la ofensa se apoderaran de mí fue la clave para oír con prontitud y tardar en hablar. Que Dios me dé la sabiduría para hacer esto más a menudo (Proverbios 19:11). Katara Patton - Pan Diario

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