Confianza feliz

Una mujer rescató a Rudy de un refugio de animales y el perro se volvió su compañero. Durante diez años, durmió tranquilamente junto a la cama de Linda, pero luego, empezó a saltar a su lado y lamerle la cara. Linda lo regañaba, pero todas las noches, Rudy hacía lo mismo. «Poco después, saltaba sobre mi falda y me lamía la cara cada vez que me sentaba», dijo ella.
Cuando planeaba llevar a Rudy para que le enseñaran a obedecer, comenzó a preguntarse por qué la lamía siempre en el mismo lugar. Cohibida, Linda fue al médico, quien le descubrió un tumor óseo microscópico. Le dijo que si hubiese esperado más, probablemente habría muerto. Linda confió en los instintos de Rudy, y se alegró de haberlo hecho.
Las Escrituras nos repiten que confiar en Dios trae vida y gozo. «Bienaventurado el hombre que puso en el Señor su confianza», escribe el salmista (40:4). Otra traducción resalta aún más este concepto: «Bienaventurado el hombre que puso al Señor por su confianza» (v. 4 RVA). En los salmos, bienaventurado implica abundancia: un gozo efervescente, que desborda. Cuando confiamos en Dios, el resultado final es una felicidad profunda y genuina. Esta confianza tal vez no se logre fácilmente, y los resultados no sean como imaginamos. Pero estaremos felices de haber confiado en el Señor. Winn Collier - Pan Diario

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