Es importante escuchar

«Vengan de inmediato. Chocamos contra un iceberg». Esas fueron las palabras que recibió Harold Cottam, el operador de radio del RMS Carpathia, procedentes del Titanic que se estaba hundiendo, a las 12:25 de la noche el 15 de abril de 1912. El Carpathia sería el primer barco en llegar a la escena de la tragedia y salvar 706 vidas.
Más tarde, el capitán del Carpathia, Arthur Rostron, testificó: «Fue providencial. […] El operador de radio estaba en su cabina en ese momento en ninguna tarea oficial, escuchando mientras se desvestía. […] Tal vez diez minutos más tarde ya hubiese estado en la cama, y no habríamos escuchado el mensaje».
Escuchar es importante… en especial, escuchar a Dios. Los escritores del Salmo 85, los hijos de Coré, instaron a obedecer con diligencia: «Escucharé lo que hablará el Señor Dios; porque hablará paz a su pueblo y a sus santos, para que no se vuelvan a la locura. Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen» (vv. 8-9).
La noche en que se hundió el Titanic, otro barco estaba mucho más cerca, pero el operador de radio se había ido a dormir. Si hubiera escuchado la señal de alerta, tal vez se habrían salvado más vidas. Cuando escuchamos a Dios y obedecemos sus enseñanzas, Él nos ayudará a navegar en las aguas más turbulentas de la vida. James Banks - Pan Diario

Accesible para todos

Desde un puente con ventana de cristal en la pequeña isla caribeña de Eleuthera, los turistas pueden admirar el contraste entre las agitadas aguas azules del Atlántico y las aguas calmadas y turquesas del Mar Caribe. A este puente se lo conoce como «el lugar más angosto de la tierra».
La Biblia describe el camino que lleva a la vida eterna como angosto, y a la puerta se la considera pequeña (Mateo 7:14) porque el Hijo de Dios es el único puente que puede reconciliar al hombre caído y a Dios Padre mediante el poder del Espíritu Santo (vv. 13-14; ver Juan 10:7-9, 16:13). No obstante, la Escritura también afirma que los creyentes de todo pueblo, nación y condición social pueden entrar en el cielo y que se inclinarán ante el Rey de reyes (Apocalipsis 5:9). Esta imagen fenomenal de contraste y unidad incluye a toda la hermosa diversidad de personas que Dios creó. Aunque estamos separados de Dios por nuestro pecado, cada persona a la que Dios creó está invitada a entrar a la eternidad si transita este camino angosto de reconciliación mediante una relación personal con Cristo. Su sacrificio en la cruz, su resurrección y su ascensión al cielo es una buena noticia, accesible a todos y digna de compartirse hoy y siempre. Xochitl Dixon - Pan Diario

Un amor que disciplina

Ella cerró la puerta de un portazo. Después, la volvió a golpear. Busqué herramientas y me dirigí a la habitación de mi hija. Con calma, susurré: «Mi amor, tienes que aprender a controlar tu mal carácter». Saqué la puerta de las bisagras y la llevé al garaje. Esperaba que quitar temporalmente la puerta la ayudara a recordar la importancia del autocontrol.
En Proverbios 3:11-12, el maestro sabio invita a los lectores a aceptar la disciplina de Dios. La palabra disciplina también se puede traducir «corrección». La disciplina de Dios es relacional, y está arraigada en su amor y su deseo de darnos lo mejor. A menudo, es incómoda e implica consecuencias, pero es un regalo.
Sin embargo, no siempre lo vemos así. El hombre sabio advirtió: «No menosprecies, hijo mío, el castigo del Señor» (v. 11). A veces, tememos la disciplina de Dios. Otras, malinterpretamos las cosas malas en nuestras vidas como disciplina de Dios. Esto no tiene nada que ver con el corazón de un Padre amoroso que disciplina, porque Él se deleita en nosotros y nos corrige porque nos ama. En lugar de temer la disciplina de Dios, que podamos aprender a aceptarla, y dar gracias al Señor porque se deleita en nosotros lo suficiente como para guiarnos a lo mejor. Daniel Ryan Day - Pan Diario

Amor intrépido

Algunas imágenes son imposibles de olvidar. Esa fue mi experiencia cuando vi una fotografía de la difunta princesa Diana de Gales. A primera vista, la escena parece normal: con una sonrisa cálida, la princesa saluda con un apretón de manos a un hombre. Pero la historia detrás es lo que hace que sea notable.
El 19 de abril de 1987, cuando Diana visitó el hospital Middlesex de Londres, el Reino Unido estaba inmerso en una ola de pánico durante la epidemia del SIDA. Como no se sabía cómo se contagiaba, la gente a veces trataba a los enfermos como parias. Entonces, fue impresionante que Diana, sin guantes y con una sonrisa genuina, estrechara aquel día la mano de un enfermo de SIDA. Esa imagen de respeto y bondad llevaría al mundo a tratar a las víctimas de la enfermedad con una compasión similar.
La foto me recuerda algo que a menudo olvido: ofrecer el amor de Jesús con liberalidad a otros vale la pena. Juan les recordó a los creyentes en Cristo que permitir que el amor se marchite ante nuestro temor es en realidad vivir «en muerte» (1 Juan 3:14). Y amar con liberalidad y sin temor, impulsado por el amor del Espíritu, nos lleva a experimentar la vida de resurrección en toda su plenitud (vv. 14, 16). Monica La Rose - Pan Diario

Problemas buenos


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Cuando John Lewis, congresista y líder de los derechos civiles estadounidense, murió en 2020, muchos se lamentaron. Durante una marcha por los derechos de los ciudadanos negros a votar, Lewis se fisuró el cráneo y sufrió cicatrices permanentes. «Cuando ves algo que no es justo —dijo—, tienes la obligación moral de decir y hacer algo. Nunca tengas miedo de hacer un poco de ruido y meterte en problemas buenos y necesarios».
Lewis aprendió desde temprano que hacer lo correcto requería meterse en problemas «buenos» y decir cosas que no serían bien recibidas. El profeta Amós también era consciente de esto. Al ver el pecado y la injusticia de Israel, no pudo permanecer callado. Denunció cómo los poderosos oprimían «a la gente honrada, [recibían] soborno, y […] en los tribunales [impedían] que los pobres ganen su pleito», mientras que edificaban «casas de piedra labrada» con «hermosas viñas» (Amós 5:11-12 rvc). En lugar de cuidar su propia seguridad manteniéndose al margen, Amós denunció el mal. Se metió en un problema bueno y necesario. Pero este problema apuntaba a algo bueno: justicia para todos. Cuando nos metemos en problemas buenos (la clase de problemas justos y no violentos que requiere la justicia), el objetivo siempre es el bien y la sanidad. Winn Collier - Pan Diario