Un aprendizaje gozoso

En la ciudad de Mysore, en India, hay una escuela hecha con dos vagones de tren acondicionados y conectados entre sí. Las unidades eran cajas de metal, inútiles hasta que los obreros instalaron escaleras, ventiladores, luces y pupitres. Ahora, 60 alumnos asisten a clases allí debido a la maravillosa transformación del lugar.
Algo incluso más increíble sucede cuando seguimos el mandamiento del apóstol Pablo de «[transformarnos] por medio de la renovación de [nuestro] entendimiento» (Romanos 12:2). Cuando permitimos que el Espíritu Santo nos desenganche del mundo y sus costumbres, nos volvemos más amorosos, esperanzados y llenos de paz interior (8:6).
Aunque esta transformación es un proceso, y a menudo tiene más paradas y arranques que un viaje en tren, nos ayuda a entender lo que Dios quiere para nuestra vida. Nos lleva a un lugar donde podemos comprobar «cuál [es] la buena voluntad de Dios» (12:2). A veces no sabemos los detalles de la voluntad de Dios, pero siempre podemos alinearnos con su carácter y su obra en el mundo.
Nali Kali —la escuela transformada en India— significa en español «aprendizaje gozoso». ¿Cómo te está llevando el poder transformador de Dios a un aprendizaje gozoso de su voluntad? Jennifer Schuldt - Pan Diario

La huida de Icabod

En La leyenda del jinete sin cabeza, Icabod Crane quiere casarse con una joven llamada Katrina. La clave de la historia es un jinete sin cabeza que acosa el campo colonial. Una noche, Icabod se encuentra con una aparición fantasmagórica a caballo y huye de la región aterrorizado. Ese «jinete» es, en realidad, otro pretendiente de Katrina, el cual termina casándose con ella.
Icabod es un nombre que vemos primero en la Biblia, y también tiene una historia sombría. Mientras estaba en guerra con los filisteos, Israel llevó el arca del pacto a la batalla. Mala decisión. El pueblo fue derrotado y el arca capturada. Ofni y Finees, los hijos del sumo sacerdote Elí, fueron asesinados (1 Samuel 4:17). Elí también terminaría muerto (v. 18). Cuando la esposa embarazada de Finees se enteró, «se inclinó y dio a luz; porque le sobrevinieron sus dolores de repente» (v. 19). Con su último aliento, le puso nombre a su hijo: Icabod («sin gloria»).
Felizmente, Dios estaba desarrollando una historia mucho más grande. Su gloria sería revelada en Jesús, el cual dijo sobre sus discípulos: «La gloria que me diste, [Padre], yo les he dado» (Juan 17:22). Nadie sabe dónde está el arca hoy, pero no importa. Icabod huyó. A través de Jesús, ¡Dios nos ha dado su misma gloria! Tim Gustafson - Pan Diario

Ilimitado

Estaba sentado en el patio de comidas de un centro comercial, con el estómago anudado por los apremiantes plazos de entrega de trabajo. Mientras desenvolvía mi hamburguesa y daba el primer mordisco, la gente pasaba apurada y afanada a mi alrededor. Cuán limitados somos —pensé—. Limitados en tiempo, energía y capacidad. 
Consideré escribir una nueva lista de cosas para hacer y priorizar las más urgentes, pero me surgió otro pensamiento: pensé en Aquel que es infinito e ilimitado, que logra sin ningún esfuerzo todo lo que desea.
Este Dios, según Isaías, puede medir los océanos en el hueco de su mano y recoger el polvo de la tierra con tres dedos (Isaías 40:12). Pone nombre a las estrellas del cielo y dirige su camino (v. 26); conoce a los gobernantes del mundo y supervisa sus carreras (v. 23); las islas le son como polvo y las naciones como gotas en el mar (v. 15). «¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis?», pregunta (v. 25). «El Dios eterno es el Señor» —responde Isaías—. «No desfallece, ni se fatiga con cansancio» (v. 28). El estrés y la tensión nunca son buenos, pero aquel día, me enseñaron una lección. El Dios ilimitado no es como yo. Logra todo lo que desea. Terminé mi hamburguesa y me quedé un rato allí, adorando en silencio. Sheridan Voysey - Pan Diario

Descansar bien


Dona un euro, haz clic en el botón amarillo. Dios te bendiga

El reloj marcaba la 1:55. Cargada por una conversación por mensaje de texto tarde en la noche, no podía dormir. Me levanté y fui en silencio al sofá. Busqué en Google «qué hacer para dormirse», pero terminé encontrando qué no hacer: no tomar una siesta, no beber cafeína ni trabajar hasta tarde. Después, encontré el consejo de evitar el «tiempo en pantalla» hasta tarde. Ups. Ahí me había equivocado. En cuanto al buen descanso, hay listas de qué no hacer.
En el Antiguo Testamento, Dios entregó reglas respecto a lo que no debían hacer el día de reposo. En el Nuevo Testamento, Jesús ofreció un nuevo camino. En vez de enfatizar las regulaciones, llamó a los discípulos a una relación: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28). En el versículo anterior, Jesús señaló su propia relación constante de unidad con su Padre. Nosotros también podemos experimentar la provisión de ayuda constante que Jesús disfrutaba de su Padre. Aunque hacemos bien en evitar ciertos pasatiempos que pueden quitarnos el sueño, descansar en Cristo tiene más que ver con la relación que con la regulación. Apagué mi tableta y recosté mi cargado corazón sobre la almohada de la invitación de Jesús: «Venid a mí». Elisa Morgan - Pan Diario

Dios sabe lo que sentimos

Silvia se sentía abrumada ante la lucha de su hijo con las adicciones. «¿Dios pensará que no tengo fe porque no puedo parar de llorar cuando oro?», preguntó.
«No sé qué pensará Dios —respondí—, pero sé que puede manejar emociones reales. No ignora nuestros sentimientos». Oré y derramé lágrimas junto a Silvia, pidiendo liberación para su hijo.
La Escritura tiene muchos ejemplos de personas que luchan con Dios en medio de las pruebas. El escritor del Salmo 42 expresa un profundo anhelo de experimentar la paz de la presencia del Señor. Su tribulación interior disminuye, y desborda en alabanzas confiadas a medida que recuerda la fidelidad de Dios. Mientras anima a su «alma», el salmista escribe: «Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío» (v. 11). Lucha entre lo que sabe que es verdad sobre Dios y la realidad innegable de sus emociones abrumadoras. Dios nos diseñó a su imagen y con sentimientos. Nuestras lágrimas por otros revelan amor y compasión profundos, no necesariamente falta de fe. Podemos acercarnos a Él con heridas abiertas o viejas cicatrices, porque sabe lo que sentimos. Cada oración demuestra nuestra confianza en su promesa de escucharnos y ocuparse de nosotros. Xochitl Dixon - Pan Diario