Días lluviosos

Cuando pequeños negocios en Tennessee fueron cerrados abruptamente en un intento de detener la COVID-19, los dueños se preocuparon por sus empleados, los alquileres y la forma de sobrevivir a la crisis. En respuesta, el pastor de una iglesia cercana a Nashville propuso la iniciativa de proveer dinero en efectivo a los afectados.
«Sentimos que no podemos cruzarnos de brazos mientras reunimos fondos para cuando llegue una época de vacas flacas si a algunos ya se les enflaquecieron», explicó el pastor a otras iglesias de la zona, alentándolas a sumarse al esfuerzo. Si bien es natural que nos ocupemos primeramente de nosotros mismos, la Escritura nos insta a mirar siempre más allá de nuestras necesidades, para ver cómo servir a otros y ser generosos. Proverbios 11 nos recuerda: «Hay quienes reparten, y les es añadido más […]. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado» (vv. 24-25).
¿Están las vacas súper gordas en tu vida hoy? Mira alrededor para ver si hay alguien en el mundo a quien se le enflaquecieron. Las bendiciones que Dios te ha dado se multiplican cuando las compartes generosamente con otros. Una mano abierta es una manera maravillosa de brindar esperanza y recordarles a los que sufren que Dios los ama. Cindy Kasper - Pan Diario

Consuelo compartido

Cuando mi hija Hayley vino a visitarme, su hijo de tres años, Callum, vestía una ropa rara llamada ScratchMeNot [No me rasques], con mangas largas y mitones pegados a las mangas. Como sufre de eczema crónico y la piel le pica, le impide rascarse y lastimarse.
Siete meses después, la piel de mi hija se le irritó y ella no podía dejar de rascarse. «Ahora entiendo lo que sufre Callum —me confesó—. ¡Tal vez debería usar un ScratchMeNot!».
Su situación me recordó 2 Corintios 1:3-5, donde Pablo dice que Dios es el «Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación». A veces, Dios permite que atravesemos momentos de prueba, como enfermedades, pérdidas o crisis. Mediante el sufrimiento, nos enseña a apreciar el gran sufrimiento que Cristo atravesó por nosotros en la cruz. A su vez, cuando descansamos en su consuelo y fortaleza, podemos alentar a otros que sufren. Pensemos en alguien a quien podamos brindar consuelo con lo que Dios nos ha hecho experimentar. Goh Bee Lee - Pan Diario

Alcanzar a otros para Cristo

Hace una década, no conocían el nombre de Jesús. Escondido en las montañas de Mindanao, en Filipinas, el pueblo banwaon casi no tenía contacto con el mundo exterior. Ir a buscar provisiones podía llevar dos días de dura caminata por un terreno escarpado. El mundo los ignoraba.
Luego, un grupo misionero llegó a ellos a través de helicópteros que transportaban gente. Esto permitió que los banwaon tuvieran los suministros necesarios, ayuda médica vital y conciencia del resto del mundo. También les presentaron a Jesús. Ahora, en lugar de cantar a los espíritus, corean sus canciones tribales tradicionales con palabras nuevas que alaban al único Dios verdadero. La aviación en la obra misionera estableció un vínculo crucial.
Cuando Jesús regresó al cielo, dio a sus discípulos estas instrucciones: «id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19). Este mandato sigue vigente. Los grupos que no han sido alcanzados no se limitan a lugares exóticos desconocidos. A menudo, viven entre nosotros; y —como con los banwaon— también se necesita creatividad y recursos para superar las barreras en nuestras comunidades a fin de alcanzarlos. ¿Cómo podría Dios utilizarte para que ellos conozcan a Jesús? Tim Gustafson - Pan Diario

Toca la campana

Después de treinta aplicaciones asombrosas de tratamiento con radiación, a Daniela la declararon curada del cáncer. Como parte de la tradición del hospital, estaba ansiosa por tocar la «campana de libre de cáncer», que indicaba el final de su tratamiento y celebraba su alta. ¡Tal era su entusiasmo y vigor al hacer sonar la campana que le arrancó la soga! Todos soltaron carcajadas de alegría.
Su historia me hace sonreír y pensar en lo que probablemente sintió el salmista cuando invitó a los israelitas a celebrar la obra de Dios en sus vidas. Los alentó, diciendo: «batid las manos; aclamad a Dios» y «cantad» alabanzas, porque Él había derrotado a sus enemigos y escogido a Israel como su pueblo amado (Salmo 47:1, 6). Dios no siempre nos concede la victoria en las luchas de esta vida, estén estas relacionadas con la salud, las finanzas o las relaciones. Él es digno de nuestra adoración y alabanza aun en esas circunstancias porque podemos confiar en que sigue «[sentado] en su santo trono» (v. 8). Toda sanidad es causa de gran celebración. Tal vez no tengamos una campana para tocar, pero podemos celebrar con gozo exuberante —como el que mostró Daniela— la bondad del Señor para con nosotros. Kirsten Holmberg - Pan Diario

Contrarrestar la celebración


Dona un euro, haz clic en el botón amarillo. Dios te bendiga

Elisa quería encontrar una manera de contrarrestar la celebración. Muchos de los adornos que veía parecían festejar la muerte; a veces, de formas horripilantes y macabras. Decidida a neutralizar esa tenebrosidad, empezó a escribir con un marcador indeleble sobre una calabaza cosas por las cuales estaba agradecida. «El brillo del sol» fue lo primero. Poco después, los visitantes agregaron otras cosas. Algunas, extravagantes, como por ejemplo: «garabatear». Otras, prácticas: «una casa acogedora», «un auto que funciona». Y otras, conmovedoras, como el nombre de un ser querido que había partido.
El Salmo 104 ofrece una letanía de alabanzas a Dios por cosas que pasamos fácilmente por alto: «[Dios] envía las fuentes por los arroyos» (v. 10); «Él hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre» (v. 14). Aun la noche se considera buena y apropiada: «Pones las tinieblas, y es la noche; en ella corretean todas las bestias de la selva» (v. 20). Pero luego: «Sale el sol […]. Sale el hombre a su labor, y a su labranza hasta la tarde» (vv. 22-23). Por todo esto, concluye diciendo: «A mi Dios cantaré salmos mientras viva» (v. 33). En un mundo que no sabe qué hacer ante la muerte, alabar a nuestro Creador se vuelve un contraste esperanzador. Tim Gustafson - Pan Diario