En casa con Jesús

«No hay nada como el hogar», dijo Dorothy, y golpeó los tacones de sus zapatos. En El mago de Oz, solo se necesitó eso para transportar mágicamente a Dorothy y Toto de regreso a su casa en Kansas.
Lamentablemente, no hay suficientes zapatos de plata para todos. Aunque muchos comparten la añoranza de Dorothy por su hogar, encontrar un lugar al cual pertenecer puede ser sumamente difícil.
Una de las consecuencias de vivir en un mundo altamente efímero es un sentimiento de falta de apego, en el cual nos preguntamos si alguna vez encontraremos un lugar al que pertenecemos de verdad. Como expresó C. S. Lewis: «Si encuentro en mí deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única explicación lógica es que fui hecho para otro mundo».
La noche antes de la cruz, Jesús les dio seguridad a sus amigos de ese hogar: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros» (Juan 14:2). Un hogar donde somos bienvenidos y amados. Pero también podemos estar como en casa ahora. Somos parte de la familia de Dios, la iglesia, y vivimos en comunión con nuestros hermanos en Cristo. Hasta que Jesús nos lleve al hogar que anhelamos, podemos vivir con su paz y gozo porque, con Él, siempre estamos en casa. Bill Crowder - Pan Diario

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