Nuevo ADN en Jesús

A Cris le volvieron a analizar la sangre cuatro años después de un trasplante de médula ósea. La médula del donante no solo lo había sanado sino que había dejado una sorpresa: su ADN. En realidad, tiene sentido porque el objetivo del procedimiento era reemplazar su sangre debilitada con la sana de un donante. En algunos sentidos, Cris se había convertido en otra persona… aunque mantenía sus recuerdos, su apariencia y parte de su ADN original.
Esta experiencia se asemeja sorprendentemente a lo que sucede en la vida de una persona que recibe a Cristo como Salvador. Al poner nuestra fe en Él, nos convertimos en una nueva creación (2 Corintios 5:17). En su carta, Pablo alienta a los efesios a manifestar esa transformación interna: despojarse del viejo hombre y su forma de vivir, y «[vestirse] del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Efesios 4:22, 24). Ser apartados para Cristo.
No necesitamos muestras de sangre ni análisis para mostrar el poder transformador de Jesús que vive en nuestro interior. Esa realidad debe evidenciarse en nuestra relación con el mundo que nos rodea, revelando que somos «benignos unos con otros, misericordiosos, [perdonándonos] unos a otros, como Dios también [nos] perdonó […] en Cristo» (v. 32). Kirsten Holmberg - Pan Diario

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