Aflicción y gratitud

Después de la muerte de mi madre, una de sus compañeras que también tenía cáncer se me acercó y dijo llorando: «Tu mamá era tan buena conmigo. Lamento que ella muriera… en vez de morir yo».
«Mi mamá te amaba —le dije—, y orábamos para que Dios te permitiera ver crecer a tus hijos». Tomando sus manos, lloré con ella y le pedí a Dios que la consolara. También le agradecí por su recuperación, que le permitió seguir amando a su esposo y sus dos hijos.
La Biblia revela la complejidad del dolor cuando Job perdió casi todo, incluidos sus hijos. Se lamentó y «se postró en tierra y adoró» (Job 1:20). Con un esperanzado acto de entrega y una expresión de gratitud, declaró: «El Señor dio, y el Señor quitó; sea el nombre del Señor bendito» (v. 21). Si bien luego lucharía enormemente con su tristeza y la reconstrucción de su vida a manos de Dios, en ese momento aceptó e incluso se regocijó en la autoridad del Señor sobre las situaciones buenas y malas. Dios entiende las diferentes maneras en que luchamos con nuestras emociones y las procesamos. Nos invita a ser sinceros y vulnerables en nuestro dolor. Aun cuando la tristeza parece insoportable e interminable, Él reafirma su inmutabilidad. Con esta promesa, nos consuela y nos capacita para dar gracias por su presencia. Xochitl Dixon - Pan Diario

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