Rescate en aguas profundas

En agosto de 2021, las precipitaciones triplicaron lo pronosticado en una ciudad de Tennessee. Como resultado, 20 personas murieron y cientos de casas fueron destruidas. De no haber sido por la compasión y la destreza del piloto de helicópteros Joel Boyers, la pérdida de vidas humanas habría sido mayor.
El piloto partió tras un llamado telefónico de una mujer preocupada por sus seres queridos. Boyers señaló que, además de casas incendiadas y autos en los árboles, «no se veía otra cosa que agua fangosa corriendo desenfrenadamente debajo de mí». Aun así, rescató con valentía a doce personas de los techos de sus casas.
Muy a menudo, las inundaciones arrasadoras que enfrentamos no son literales… pero ¡cuán reales! En días de incertidumbre e inestabilidad, podemos sentirnos superados mental, emocional y espiritualmente. Pero no debemos desesperarnos. En el Salmo 18, leemos que los enemigos de David eran muchos y poderosos, pero su Dios era más fuerte. Tan fuerte y poderoso (v. 1) que el salmista usó varias metáforas (v. 2) para describirlo. Dios era lo suficientemente fuerte para rescatarlo de aguas profundas y de enemigos poderosos (vv. 16-17). Y es también suficientemente grandioso para que clamemos a Él, sin importar el volumen o la profundidad de las «aguas» que nos rodeen en la vida. Arthur Jackson - Pan Diario

¡Aleluya!

Asombrosamente, a Händel le llevó solo 24 días escribir la música orquestal del oratorio Mesías, quizá una de las composiciones más famosas del mundo e interpretadas miles de veces por año. La magnífica obra alcanza su clímax casi dos horas después, cuando comienza la parte más conocida: el «Aleluya».
A medida que las trompetas y los timbales anuncian el principio del estribillo, las voces del coro se suman unas a otras al cantar las palabras de Apocalipsis 11:15: «Y él reinará por los siglos de los siglos». Es una declaración triunfante de la esperanza de la eternidad con Jesús en el cielo y de su reinado en la tierra.
Muchas de las palabras del Mesías vienen del libro de Apocalipsis, el relato del apóstol Juan de la visión que tuvo, donde describe los eventos relacionados con el retorno de Cristo. Una y otra vez, se refiere a que habrá gran gozo expresado en las voces de coros (19:1-8). Finalmente, el mundo se regocijará porque Jesús habrá derrotado a los poderes de las tinieblas y la muerte, y establecerá un reino de paz.
Un día, todos los salvos cantarán juntos en un magnífico coro, proclamando la majestad de Cristo y la bendición de su reino eterno. Hasta entonces, vivamos, trabajemos, oremos y aguardemos con esperanza. Lisa Samra - Pan Diario

Adónde pertenezco

Al terminar una comida para celebrar la Pascua, los miembros de la iglesia expresaron su alegría danzando juntos en un círculo. Barry los observaba con una enorme sonrisa. Luego, comentó cuánto le gustaban esos momentos, diciendo: «Esta es mi familia ahora; mi comunidad. Encontré un lugar donde sé que puedo amar y ser amado… y al que pertenezco».
De niño, Barry sufrió un cruel abuso emocional y físico que le quitó la alegría. Pero la iglesia local lo recibió y le presentó a Jesús. La unidad y el gozo de los creyentes lo atraparon, y comenzó a seguir a Cristo y a sentirse amado y aceptado.
En el Salmo 133, David usó imágenes impactantes para ilustrar los enormes efectos de cuán buena y deliciosa es la unidad del pueblo de Dios. Dijo que es como alguien ungido con un aceite precioso que corre por su cuello (v. 2). En la antigüedad, era habitual que, cuando uno entraba en una casa, se lo saludara ungiéndolo. David también comparó esta unidad con el rocío que cae sobre el monte y que trae vida y bendición (v. 3). El aceite llena de fragancia una habitación y el rocío riega los lugares secos. La unidad también tiene efectos buenos y deliciosos, como recibir a los que están solos. Que nuestra unidad en Cristo sea de beneficio a los demás. Amy Pye - Pan Diario

Una casa sin divisiones

El 16 de junio de 1858, Abraham Lincoln, el entonces nominado candidato para el Senado de Estados Unidos, dio su famoso discurso «La casa dividida», donde señalaba las tensiones entre diversas facciones con respecto a la esclavitud. Lincoln consideró importante usar la figura retórica de la «casa dividida» que empleó Jesús en Mateo 12:25, porque era bien conocida y expresada con sencillez. Usó esa metáfora «para que sacudiera la mente de la gente a fin de que despertara al peligro del momento».
Una casa dividida no puede sostenerse, pero esto implica que lo contrario sí puede: una casa sin divisiones permanece unificada. La familia de Dios fue diseñada con este propósito (Efesios 2:19). Aunque la conforman personas de diferentes trasfondos, todos hemos sido reconciliados con Dios (y unos con otros) por la muerte de Jesús en la cruz (vv. 14-16). En vista de esta verdad (ver Efesios 3), Pablo instruye a los creyentes a ser «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (4:3). Hoy en día, cuando tensiones mayores amenazan dividir a nuestras familias o a otros creyentes en Cristo, el Espíritu de Dios puede darnos la sabiduría y la fuerza necesarias para mantener la unidad. Esto hará que seas una luz en medio de un mundo oscuro y dividido. Arthur Jackson - Pan Diario

Una historia gigante como una ballena

Miguel estaba buceando en busca de langostas, cuando una ballena jorobada lo atrapó con la boca. Pensó que no sobreviviría, pero a las ballenas no les gustan los pescadores de langostas, y a los 30 segundos, escupió a Miguel por el aire. Era increíble que no se hubiera quebrado ningún hueso; solo le quedaron algunos machucones y una historia grande como una ballena.
Miguel no fue el primero. A Jonás lo tragó «un gran pez», y estuvo en su vientre tres días antes de que lo vomitara en la tierra (Jonás 1:17; 2:10). A diferencia de Miguel, que fue atrapado accidentalmente, Jonás fue tragado porque odiaba a los enemigos de Israel y no quería que se arrepintieran. Cuando Dios le dijo que predicara en Nínive, partió en un barco en la dirección opuesta, y Dios mandó un pez del tamaño de una ballena para hacerlo reaccionar.
Era comprensible que Jonás se ofendiera ante el posible perdón de los asirios, ya que, 50 años después, llevarían cautivas a las tribus del norte. Pero Jonás fue más leal al pueblo de Dios que al Dios de todo el pueblo.
Dios amaba a los enemigos de Israel y quería salvarlos. También ama a nuestros enemigos y quiere que sean salvos. Que el impulso del Espíritu nos guíe a llevarles la buena noticia de Jesús. Mike Wittmer - Pan Diario