En agosto de 2021, las precipitaciones triplicaron lo pronosticado en una ciudad de Tennessee. Como resultado, 20 personas murieron y cientos de casas fueron destruidas. De no haber sido por la compasión y la destreza del piloto de helicópteros Joel Boyers, la pérdida de vidas humanas habría sido mayor.
El piloto partió tras un llamado telefónico de una mujer preocupada por sus seres queridos. Boyers señaló que, además de casas incendiadas y autos en los árboles, «no se veía otra cosa que agua fangosa corriendo desenfrenadamente debajo de mí». Aun así, rescató con valentía a doce personas de los techos de sus casas.
Muy a menudo, las inundaciones arrasadoras que enfrentamos no son literales… pero ¡cuán reales! En días de incertidumbre e inestabilidad, podemos sentirnos superados mental, emocional y espiritualmente. Pero no debemos desesperarnos. En el Salmo 18, leemos que los enemigos de David eran muchos y poderosos, pero su Dios era más fuerte. Tan fuerte y poderoso (v. 1) que el salmista usó varias metáforas (v. 2) para describirlo. Dios era lo suficientemente fuerte para rescatarlo de aguas profundas y de enemigos poderosos (vv. 16-17). Y es también suficientemente grandioso para que clamemos a Él, sin importar el volumen o la profundidad de las «aguas» que nos rodeen en la vida. Arthur Jackson - Pan Diario




