A la mesa del Rey

«Va a vivir —dijo el veterinario—, pero hay que amputarle la pierna». Al perro callejero que llevó mi amiga lo había atropellado un auto. El veterinario le preguntó si era la dueña, porque el precio de la cirugía sería elevado y el animal necesitaría cuidados para recuperarse. «Ahora lo soy», contestó. Su bondad le dio a ese perro un futuro en un hogar amoroso.
Mefi-boset se veía como un «perro muerto», indigno de ningún favor (2 Samuel 9:8). Lisiado de ambos pies por un accidente, dependía del cuidado y la provisión de otros (ver 4:4). Además, después de la muerte de su abuelo, el rey Saúl, probablemente temía que David, el nuevo rey, ordenara que mataran a todos los enemigos y rivales al trono, como era habitual en aquella época.
Sin embargo, por amor a su amigo Jonatán, David se aseguró de que su hijo Mefi-boset estuviera siempre seguro y cuidado como un hijo propio (9:7). Asimismo, nosotros, que antes éramos enemigos de Dios y señalados para morir, fuimos salvos por Cristo y se nos ha dado un lugar en el cielo para siempre y en la mesa en el reino de Dios (Lucas 14:15). Aquí estamos: ¡hijos e hijas del Rey! ¡Qué bondad tan inmerecida y extraordinaria hemos recibido! Acerquémonos a Dios con gratitud y gozo. Karen Kwek - Pan Diario

Por el bien de los demás


Dona un euro, haz clic en el botón amarillo. Dios te bendiga

Durante la pandemia de COVID-19, muchos en Singapur se quedaron en su casa para no contagiarse, pero yo seguí yendo a nadar, creyendo que era seguro. Pero mi esposa temía que me contagiara en una piscina pública y le pasara el virus a mi suegra, la cual, por su edad, era más vulnerable. «¿No podrías dejar de nadar por un tiempo, por mi bien?», preguntó.
Al principio, quise argumentar que no era riesgoso, pero luego me di cuenta de que su sentir era más importante. ¿Por qué insistiría con nadar si la preocupaba innecesariamente?
En Romanos 14, Pablo se refirió a si los creyentes en Cristo debían comer ciertos alimentos o celebrar determinadas fiestas. Estaba preocupado de que algunos quisieran imponer a otros sus puntos de vista. Allí, les recuerda a ellos y a nosotros que podemos tener diferentes perspectivas y diversos trasfondos que afectan nuestras actitudes y costumbres. Escribió: «no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano» (v. 13). La gracia de Dios nos da libertad y nos ayuda a expresar su amor a los demás creyentes. Podemos usar esa libertad para poner las necesidades espirituales de ellos por encima de nuestras prácticas que no contradigan las verdades esenciales del evangelio (v. 20). Leslie Koh - Pan Diario

Lo común y corriente no existe

Cuando Anita murió mientras dormía, a los 90 años, la tranquilidad de su partida reflejó la de su vida. Al quedar viuda, se había dedicado a sus hijos y nietos, y a ser amiga de las mujeres más jóvenes de la iglesia.
No se destacaba por sus talentos o logros, pero su profunda fe en Dios inspiraba a quienes la conocían. «Cuando no sé qué hacer con un problema —me dijo una amiga—, no pienso en las palabras de un predicador o autor famoso, sino en lo que diría Anita».
Muchos somos como ella; personas comunes que viven vidas comunes. Nuestro nombre nunca estará en las noticias ni tendremos monumentos construidos en honor a nosotros. Pero una vida vivida con fe en Jesús nunca es común. Algunas de las personas mencionadas en la lista de Hebreos 11 son anónimas (vv. 35-38); anduvieron por el sendero de la oscuridad y nunca recibieron la recompensa prometida (v. 39). No obstante, como obedecieron a Dios, su vida no fue en vano. Dios las utilizó de maneras que superaron la falta de notoriedad (v. 40).
Si te sientes desanimado por la aparente intrascendencia de tu vida, recuerda que la vida que se vive con fe en Dios tiene un impacto eterno. Aunque seamos comunes, podemos tener una fe fuera de lo común. Karen Huang - Pan Diario

Batallas presentes

Cuando conectas tu tostadora, te beneficias de los resultados de una fuerte discusión entre los inventores Tomás Edison y Nikola Tesla, quienes peleaban sobre qué clase de electricidad era mejor desarrollar: la corriente continua, como la que va de una batería a una linterna, o la corriente alterna, la cual obtenemos de un tomacorriente.
Finalmente, la corriente alterna de Tesla avanzó y se ha usado para suministrar electricidad a casas, empresas y comunidades en todo el mundo. Es mucho más eficaz para llegar a grandes distancias, y demostró ser la elección más sabia. A veces, necesitamos sabiduría para enfrentar cuestiones de interés entre los creyentes (ver Romanos 14:1-12). Pablo nos llamó a buscar la ayuda de Dios para tener claridad en tales asuntos. Dijo: «si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios» (Filipenses 3:15). Pocos versículos después, vemos lo que sucedió con dos personas que permitieron que sus diferencias las dividieran, lo cual entristecía al apóstol: «Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor» (4:2).
Cuando un desacuerdo comience a separarnos, busquemos la sabiduría de Dios en las Escrituras, el consejo de creyentes maduros y el poder de la oración, para ser «de un mismo sentir» en Él (v. 2). Dave Branon - Pan Diario

Ayuda mutua

Mientras jugaba básquet con sus amigas, Ámbar vio que sería beneficioso para la comunidad tener una liga femenina. Entonces, comenzó una organización sin fines de lucro para fomentar el trabajo en equipo e impactar a la generación siguiente. Las líderes de Ladies Who Hoop [Mujeres que encestan] se esfuerzan para desarrollar confianza y carácter en mujeres y niñas, y las alientan a volverse importantes contribuyentes de sus comunidades locales. Una de las primeras jugadoras dijo: «Hay tanta camaradería entre nosotras. Era algo que me faltaba. Nos apoyamos unas a otras de tantas maneras. Me encanta ver a las chicas crecer y triunfar».
Dios desea que su pueblo también se ayude mutuamente. El apóstol Pablo instó a los tesalonicenses, diciendo: «animaos unos a otros, y edificaos unos a otros» (1 Tesalonicenses 5:11). Dios nos ha colocado en su familia para ayudarnos entre nosotros. Nos necesitamos mutuamente para seguir andando en el sendero de la fe en Cristo. A veces, esto significa escuchar a alguien que está luchando, suplir necesidades básicas o expresar palabras de aliento. Podemos celebrar el éxito, orar por fortaleza en una dificultad o desafiarnos a crecer en la fe. Y en todo, podemos «[seguir] siempre lo bueno unos para con otros» (v. 15). Anne Cetas - Pan Diario