La ayuda de Dios para el futuro

Según la psicóloga Meg Jay, nuestra mente tiende a pensar en nuestro yo futuro de forma similar a como lo hacemos con respecto a los desconocidos. ¿Por qué? Tal vez se deba a lo que se llama a veces «brecha de empatía». Puede ser difícil ser sensible a las personas que no conocemos personalmente; incluso a versiones futuras de nosotros mismos. Por eso, Jay trata de ayudar a los jóvenes a imaginar cómo serán en el futuro y dar pasos para ocuparse de ellos, allanándoles el camino para que persigan sus sueños y no se rindan.
El Salmo 90 nos invita a considerar nuestra vida no solo en el presente sino como un todo, pidiéndole a Dios que nos ayude «de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría» (v. 12). Recordar que nuestro tiempo en la tierra es limitado puede hacernos ver nuestra desesperada necesidad de depender de Dios para que nos ayude a encontrar satisfacción y alegría, no solo ahora sino «todos nuestros días» (v. 14); para pensar no solo en nosotros sino también en las generaciones futuras (v. 16); y para ayudarnos a servirle con el tiempo que nos ha dado, al confirmar la obra de nuestras manos y corazón (v. 17). Monica La Rose - Pan Diario

El milagro de la salvación

La vida del bloguero Kevin Lynn parecía desmoronarse. En un artículo, contó: «Llegué a ponerme un arma en la cabeza […]. Pero Dios, sobrenaturalmente, entró en mi habitación y en mi vida. En ese momento, encontré de verdad lo que ahora sé que es Dios». Dios intervino e impidió que Lynn se suicidara. Lo convenció profundamente de su presencia y de su amor. En lugar de ocultar este poderoso encuentro, Lynn le compartió su experiencia al mundo, creando un ministerio en YouTube donde comunica su historia de transformación y la de otros.
Cuando Lázaro, el amigo y seguidor de Jesús, murió, muchos pensaron que Jesús se había retrasado mucho (Juan 11:32). Lázaro ya había estado en su tumba cuatro días antes de que Cristo llegara, pero el Señor convirtió ese momento de angustia en un milagro, al resucitarlo (v. 38). «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?» (v. 40).
Así como Jesús trajo a Lázaro de la muerte a la vida, también nos ofrece a nosotros una nueva vida por medio de Él. Al entregar su vida como sacrificio en la cruz, pagó la condenación por nuestro pecado y nos perdona cuando aceptamos su regalo de gracia. Somos liberados de la esclavitud al pecado, renovados por su amor eterno y habilitados para cambiar el curso de nuestra vida. Kimya Loder - Pan Diario

Elegir sabiamente


Dona un euro, haz clic en el botón amarillo. Dios te bendiga

El astronauta Chris Ferguson tomó una decisión difícil cuando el comandante de la tripulación de vuelo programó un viaje a la Estación Espacial Internacional. Pero esa decisión no tuvo nada que ver con la mecánica del vuelo ni con la seguridad de sus colegas, sino que se relacionó con lo que él considera su labor más importante: su familia. Ferguson optó por mantener sus pies afirmados en Tierra para poder estar presente para la boda de su hija.
Todos enfrentamos decisiones difíciles; decisiones que nos hacen evaluar qué es lo más importante en nuestra vida, ya que una elección es a expensas de otra. Jesús buscó comunicar esta verdad a sus discípulos y a una multitud sobre la decisión más importante de la vida: seguirlo a Él. Ser discípulo requeriría negarse a sí mismos para andar con Él (Marcos 8:34). Probablemente, serían tentados a evitar los sacrificios de seguir a Cristo y, en cambio, satisfacer sus propios deseos, pero les recordó que se perderían de aquello que es mucho más importante. A menudo, somos tentados a perseguir cosas que parecen tener un gran valor, pero que nos distraen de seguir a Jesús. Pidámosle a Dios que nos guíe en las decisiones que enfrentamos diariamente, para que elijamos con sabiduría y para su honra. Kirsten Holmberg - Pan Diario

El poder de un nombre

A fin de ayudar a algunos niños que viven en las calles de Mumbai, India, Ranjit escribió una canción con sus nombres. Con una melodía única para cada nombre, les enseñó a cantarla, con la esperanza de alentarlos al recordar cómo se llamaban. Para los niños que no suelen oír que dicen sus nombres con amor, esto les hizo un regalo de respeto.
Los nombres son importantes en la Biblia y suelen reflejar los rasgos de carácter o el nuevo papel de una persona. Por ejemplo, Dios les cambió el nombre a Abram y Sarai cuando hizo un pacto de amor con ellos, prometiéndoles que Él sería su Dios y ellos serían su pueblo. Abram, que significa «padre enaltecido», cambió por Abraham, «padre de una multitud». Y Sarai, «mi princesa», pasó a ser Sara, «princesa» (ver Génesis 17:5, 15).
Los nuevos nombres incluían la promesa de la gracia de Dios de que tendrían descendencia. Cuando Sara dio a luz a su hijo, desbordaban de alegría y lo llamaron Isaac, «risa»: «Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo» (Génesis 21:6). Mostramos honra y respeto a las personas cuando las llamamos por su nombre. Un sobrenombre agradable que reafirma las cualidades individuales de una persona como alguien creado a la imagen de Dios puede hacer lo mismo. Amy Pye - Pan Diario

La historia no ha terminado

Cuando la serie británica Line of Duty terminó, una cantidad récord de espectadores miró cómo terminaría la lucha contra el crimen organizado. Pero muchos se decepcionaron cuando el final implicaba que el mal finalmente triunfaría. Un aficionado dijo: «Quería que juzgaran a los chicos malos. Necesitábamos ese final moral».
El sociólogo Peter Berger señaló que tenemos hambre de esperanza y justicia; esperanza de que el mal será un día vencido y que los que lo causaron tengan que enfrentar sus delitos. Un mundo en el que triunfan los malos va en contra de lo que debería ocurrir. Tal vez sin darse cuenta, esos aficionados desilusionados estaban expresando el profundo anhelo de la humanidad de que el mundo vuelva a ser justo.
En su oración, Jesús es realista en cuanto al mal y la necesidad de ser librados de él (Mateo 6:12-13). No obstante, este realismo va acompañado de esperanza. Hay un lugar donde el mal no existe —el cielo—, y ese reino celestial vendrá a la tierra (v. 10). La justicia de Dios será total, vendrá su «final moral» y el bien acabará con el mal (Apocalipsis 21:4).
Entonces, cuando los malos ganen y nos decepcionemos, recordemos esto: hasta que la voluntad de Dios se haga «como en el cielo, así también en la tierra», hay esperanza. La historia no ha terminado. Sheridan Voysey - Pan Diario