Gracia mansa de Dios

«Di toda la verdad, pero dila sesgadamente», escribió la poeta Emily Dickinson, sugiriendo que, como la verdad y la gloria de Dios son algo «demasiado brillante» para que los seres humanos vulnerables las entiendan o las reciban por completo de una vez, es mejor que compartamos la gracia y la verdad divinas de formas «sesgadas»; es decir, mansas, indirectas. Porque «la Verdad debe resplandecer gradualmente / o todo hombre será ciego».
El apóstol Pablo presentó un argumento similar en Efesios 4, cuando instó a los creyentes a comportarse «con toda humildad y mansedumbre» y «[soportarse] con paciencia los unos a los otros en amor» (v. 2). El fundamento para la mansedumbre y la gracia entre los creyentes es la forma bondadosa con la que Cristo nos trata. En su encarnación (vv. 9-10), Jesús se reveló con la mansedumbre y docilidad que las personas necesitaban para confiar en Él y recibirlo.
Y todavía continúa revelándose así, al capacitar a sus hijos del modo que lo necesitan para seguir creciendo y madurando; «para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto» (vv. 12-13). A medida que crecemos, menos buscamos esperanza en otras cosas (v. 14) y más seguimos el ejemplo de Jesús (vv. 15-16). Monica La Rose - Pan Diario

Observa el fruto

En un programa de entretenimiento de la televisión estadounidense, un panel de cuatro celebridades formula preguntas a tres individuos que declaran ser la misma persona. Por supuesto, dos son impostores, los cuales tergiversan la verdad y hacen que a los panelistas les resulte difícil adivinar quién es la persona correcta.
Discernir quién es quién en lo que respecta a los «falsos maestros» es muy diferente a las humoradas de un juego en la televisión, pero puede ser igualmente desafiante, aunque infinitamente más importante. Los «lobos rapaces» suelen presentársenos «vestidos de ovejas», y Jesús advierte a los sabios a protegerse de ellos (Mateo 7:15). La mejor prueba no está en hacer muchas preguntas buenas, sino en tener buenos ojos. Observa el fruto que producen, porque esta es la manera en que los reconocerás (vv. 16-20).
Las Escrituras nos ayudan a ver el fruto bueno y el malo. El bueno se caracteriza por tener «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gálatas 5:22-23). Tenemos que prestar suma atención porque los lobos actúan engañando. Pero como creyentes —los cuales están llenos del Espíritu— servimos al verdadero buen Pastor, «lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14). James Banks - Pan Diario

Adónde acudir

En la escuela secundaria, todos admiraban la actitud de llevarse bien con todos y el talento deportivo de Juan. Después de asistir a una iglesia local, decidió seguir a Jesús. Hasta entonces, había tenido problemas familiares y había usado drogas para calmar su dolor. Durante un tiempo, luego de su conversión, todo parecía andar bien, pero, años después, comenzó a drogarse otra vez. Sin una ayuda adecuada y un tratamiento permanente, finalmente murió por una sobredosis.
Es fácil volver a lo conocido cuando enfrentamos dificultades. Cuando los israelitas previeron el ataque asirio, volvieron a buscar ayuda en los egipcios… sus antiguos esclavizadores (Isaías 30:1-5). Dios predijo que eso sería desastroso, pero siguió protegiéndolos a pesar de esa mala decisión. Isaías expresó el sentir de Dios: «el Señor espera para tener piedad de vosotros, y por eso se levantará para tener compasión de vosotros» (v. 18 NBLA). Esta es la actitud de Dios hacia nosotros, aun cuando decidimos mirar hacia otro lado para adormecer nuestro dolor. Él quiere ayudarnos, sin que nos perjudiquemos con hábitos que crean dependencia. Ciertas sustancias y acciones nos tientan con una sensación de alivio inmediato, pero Dios quiere brindar la sanidad genuina al caminar cerca de Él. Jennifer Schuldt - Pan Diario

El bol de granos de café

No soy bebedor de café, pero el olor de los granos me genera un momento de solaz y melancolía. Cuando nuestra hija Melissa estaba convirtiendo su habitación en su lugar especial, llenó un bol con granos de café para inundar el cuarto con un aroma cálido y placentero.
Hace casi dos décadas que la vida terrenal de Melissa terminó a los 17 años en un accidente automovilístico, pero aún tenemos ese bol de granos de café. Nos brinda un recuerdo agradable y constante de su vida con nosotros.
Las Escrituras también usan las fragancias como un recordatorio. Cantares las usa como un símbolo del amor entre un hombre y una mujer (ver 1:3; 4:11, 16). Oseas dice que el perdón de Dios a Israel «perfumará como el Líbano» (Oseas 14:6). Y cuando María ungió los pies de Jesús, su casa «se llenó del olor del perfume» (Juan 12:3), lo cual apuntaba a la muerte de Jesús (ver v. 7).
La idea del perfume también puede ayudarnos a cuidar ante los demás nuestro testimonio de la fe. Pablo lo explicó así: «Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden» (2 Corintios 2:15).
Así como los granos de café me recuerdan a Melissa, que nuestra vida produzca un aroma de Jesús y su amor que les recuerde a otros cuánto lo necesitan. Dave Branon - Pan Diario

De corazón

Una misión de rescate apodada «Operación Arca de Noé» puede sonar divertida para los amantes de los animales, pero fue una pesadilla para la Sociedad de Prevención de la Crueldad Animal en Nassau. Después de recibir quejas por el ruido y el mal olor que salía de una casa, los colaboradores entraron y encontraron (y luego sacaron) más de 400 animales en condiciones de abandono.
Tal vez no tengamos cientos de animales en esas condiciones, pero Jesús dijo que podríamos albergar en nuestro corazón pensamientos y acciones malvadas y pecaminosas, que debían ser expuestas y sacadas.
Jesús les enseñó a sus discípulos que lo que contamina al hombre no son las manos sucias ni «lo que entra en la boca» sino un corazón malvado (Mateo 15:17-19). El mal olor de nuestro corazón brotará tarde o temprano. Luego, dio ejemplos de los malos pensamientos que «del corazón salen» (v. 19). No hay actividad religiosa ni rituales que limpien el corazón; necesitamos que Dios lo transforme.
Podemos poner en práctica la ética de Jesús dándole acceso a la suciedad de nuestro corazón y permitiéndole remover lo que apesta. A medida que Cristo revele lo que sale de allí, nos ayudará a que nuestras palabras y acciones se conformen a sus deseos, y el aroma de nuestra vida le agradará. Marvin Williams - Pan Diario